No suenes corazón,
escucha un poco.
Comprende que en la luz
chocas con otros.
Entre el carbón de estrellas,
carbón activado
donde el rubí dice sí,
corazón ardido
traspasaste el sentimiento.
¡E-o! ¡Eco! ¡Lo-lo-lo!
Y en la abierta transparencia
hallaste el final
sin eco.
Luz en que, si saltan,
resaltan los detalles,
los instantes
en pleno más acá,
sin más allá posible
o misterio reversible.
Luz que no es luz
sino espacio,
claridad en la que surge
el fundamento infundado:
El dado
rodado.
Sol sin centro,
campo abierto,
espacio sin sentimiento,
ondulación intangible
sin peligro de amenaza
ni recuerdo.
El corazón se ha quemado
y el hombre ha muerto
antes de haber vivido.
Veo el mundo de veras
en lo abierto
y en lo cierto,
sin etcéteras, sin ecos,
sin recuerdos,
sin humos ni sentimientos.
Como un puro resplandor
río que ríe riendo
mi revés.
Pues, es claro, no se trata
tan sólo de un pensamiento
<<prét-a-porter>>
y humano, sólo humano,
sucia y dulcemente cierto,
popularmente muerto.
Gabriel Celaya, poeta nacido en Hernani ( Guipúzcoa) 1911-1991. De la generación literaria de posguerra. Celaya fue uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida» o poesía social