
Clavadas como garfios o garras
a la tierra, las raices se aferran,
permanecen, presencia perdurable,
apariencia de vida tras la muerte.
Doblegadas ramas, derrotadas
aunque no vencidas por el sonoro viento
de la tramontana, aullido y látigo en la noche.
Tronco quebrado, casi astillas,
pero vida aún, todavía vida.
Miro esta tarde su pasivo existir
-tan real-, su terca materia muda,
nostalgia de otra lluvia, sombras de pájaros
en la agrietada madera, casi piedra.
Tanta vida en la muerte o al revés.
Y en su tenaz realidad una sombra nos sueña
o tal vez la soñamos, madera o piedra, ceniza o nada,
permanencia sin pasión ni pasado,
lo que yo podría ser si mañana despierto.
Juan Luis Panero, (Madrid, 1942-Gerona, 2013).