
Siempre te he visto así, con esa firme
aceptación altiva de la noche.
Sobre tu gesto el tiempo deposita
la pátina indudable de la estirpe
que te eligió y dio nombre a la costumbre
de andar siempre tan solo entre los hombres.
La ceniza sagrada de otros cuerpos
acumula en tu voz sus viejos cantos,
su manojo de huesos y palabras.
Te han señalado a ti porque adivinan
que eres la rama verde, el tiempo nuevo
en el que se prologan los afanes:
a tu modo dirás que lo aprendiste
en la frecuentación de unas presencias
que nunca se apagaron ni se fueron.
Saben cómo te alcanzan esas sombras
que te imponen su amor, su deterioro.
Tu destino es buscar lo que se esconde
tras la espesa corteza de los días,
evitar que te escuchen los oídos
que alimentan su paz en la dorada
seguridad del pan y los metales.
Habitarás la tierra de tu culpa,
la casa amarga de la soledad.
Pero en tu pecho brillará una herida
y en tu dolor palpitarán los astros.
Eloy Sánchez Rosillo, poeta español nacido en Murcia en 1948