
Andando por las nubes, por la nieve,
por el silencio de mi muerte y sueño
quedó la soledad yerta un instante.
Un bordón en la mar huye del iris
un cuello en la mar vuela en el viento
un cántico del alma ya es del hombre.
Rodeado de estrellas siente frío
el interno pulmón, la blanca pena
la sufrida razón que nunca acalla.
y entre sombras ajenas, centinelas
de nuestra soledad, pasa la vida
callando, meditando y en silencio.
Nadie va por el mar para traernos
tasalas de los ángeles ni el alma
de los pavos reales de la infancia.
Nadie va por el mar buscando el éter
ni el aliento vital ni la liviana
sangre que casi tiene ya en los labios.
Nadie va por el mar para buscarnos
el fin del corazón, seno del labio
oculto fondo de, suave palabra.
Manuel Amaya Zulueta, (Cádiz, 1947) poeta y novelista gaditano, galardonado entre otros reconocimientos, con el I premio Quiñones de literatura por su novela El León de Oro.