
Cuando iba hacia la felicidad,
crucé algunos vientos,
saludé a la tormenta,
me topé con tu abrazo,
doblé a la izquierda,
me perdí…
No he podido encontrarme,
creo que ando
en una curva de esas,
o en algún viento
o en aquella tormenta,
creo que tuve un accidente
hacia el final de tu sonrisa,
porque por aquí
todavía no he vuelto.
— — —
Ángela Acero Rodríguez (Diciembre, 1981, Bogotá). Profesional en Filosofía. Creció con la generación de la música en cassettes, el rock alternativo y los libros para bolsillos citadinos. Tiene una fascinación por los gatos, las metáforas, los árboles y el chocolate; colecciona paisajes detenidos en postales, hace música y fotografía. Tiene cuatro publicaciones de poesía: «Manecillas en estado alterado» (2013), «Dos días después de vos» (2016), «La Poetería» (2018) y “Los peldaños de la inercia” (2019). Coordina talleres de escritura para jóvenes y adultos. Ha participado de varias antologías de escritores, programas de radio y encuentros nacionales e internacionales. Vive en Bogotá, su ciudad natal, pero tiene un alto porcentaje de su alma en Córdoba (Argentina). Ama el cielo despejado y disfruta de las cosas simples.
Precioso poema.
Hay veces… Bonito accidente en una sonrisa.
Me gustaría compartir este poema.
Gracias.
TRAS DE TI.
Caminabas delante de mí.
Con tus pasos crucé mi horizonte.
Me quité los zapatos deprisa
paré las manillas del tiempo al abrirlo
y entré a alcanzarte despacio.
Te busqué,
entre el vuelo de aquellas gaviotas
que marchaban en círculo
y rasgué los naranjas del cielo al ocaso
siguiendo tu estela.
La nieve crucé al subir las colinas
y al dormir en los bosques
me estreché en su abrazo
y sentí el agua en mi piel,
al atravesar el susurro de prados.
Y oí en el color de las flores
el sonido de alas aterciopeladas.
Me perdí, en el vuelo del águila blanca.
Descubrí planeando, el verde turquesa
que salpican sus ojos al mirarse en el agua.
Me encontré, agarrada a tu mano
cuando abría mi alma. Me encontró.
Le encontré
en el copo, en la hoja, en las gotas,
en el trino de pétalos de alas en flor.
Y agarré los relojes de vuelta
Y perdí la tristeza en esferas,
sonreí y solté sus manillas
Y atrapé los latidos al tiempo
ganándole el pulso. ¡Sonrisa!
Y ahora sigo descalza sonriendo
Y la hierba y su risa me guardan
Y el sol ilumina sonrisa en mi cara.
Las montañas están llenas de vida
Y si sientes su eco latir en tu alma
el tiempo no cuenta
sonríes
y los pasos avanzan…
Clara Blázquez Sánchez.
01/10/22.
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Qué bonito Clara, muchas gracias 😘
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Gracias siempre a vosotros.
Feliz día.
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