“Más enseñan las manos que los labios”.
Anónimo
Las manos son el reverso
de la vida de los pies
ni se someten ni arrastran
por el suelo su deber.
Son creadoras: del cuerpo
las grandes protagonistas
todo pasa por las manos
son cocineras y artistas.
Las entrañas de la tierra
a las manos labradoras
les dan con amor sus frutos
sus cosechas triunfadoras.
Portan caricias y mimos
retiran cargas y aristas
y son suaves cuando tocan
al niño- mar- de sonrisas.
Las manos despliegan vida
en todas sus actuaciones
vuelan cuando están contentas
y si tristes están quietas.
Son hadas benevolentes
cuando cuidan con amor;
cuando suavizan las llagas
del que vive en el dolor.
Las manos son manantiales
y fluyen constantemente
son versos de diez estrofas
con una rima caliente.
Es lenguaje corporal
no necesita otra voz
su canto es su movimiento
aérea interpretación.
Cuando mecen al nacido
son manos de terciopelo.
Las que luchan por la paz
son de esperanza y anhelo.
Las manos de los que sufren:
flacas palomas dolientes
vagan por el suelo y ven
el reflejo de la muerte.
También hay manos de muerte:
ofensivas- destructoras
corruptas-humilladoras
sirviendo cruel a unas mentes.
Rosa Gómez González. Nací en Sestao- en frente de los altos hornos- y el fuego de los mismos fue una atracción mágica para mí durante la infancia, creo que los momentos que pasaba mirándolo y soñando fue el despertar a la poesía; poesía que nació en el bachillerato y que luego durmió en mí durante muchos años. Al llegar a vivir a Hondarribia (ciudad a la que adoro y con la que estoy plenamente identificada, además es un lugar que en sí mismo es poesía) en 1983 es cuando empecé a escribir y en el año 2004 a publicar.