A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo
tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te
lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos,
endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz
propietario de una boca escarlata que muge.
Pega el oído a la tierra que insiste en levantarse y respirar.
Acaríciala como si fuera carne, piel humana capaz de
conmoverte, capaz de rechazarte.
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el
saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es
ridículo caerse de trasero with music in your soul.
Blanca Leonor Varela Gonzales, fue una poeta peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina (1926-2009)
¿Puedo sentarme junto a ti?
Luna que ocultas soles,
quiero hablarte hoy sin prisas,
decirte que mis deseos
no son tenerte en un espejo,
ni reflejada en el río
o quebrada en las olas del mar.
No quiero tu idea,
quiero tenerte en mí,
acunada en mi mano,
mimada por mi boca y mis ojos.
Te quiero tan mía
que no pretendo una luna presa.
Quiero tocarte luna,
sentir como las venas
se inundan irrefrenables,
como la sangre sube y explota,
como las ansias se renuevan
en una eclosión permanente
de bellas imágenes.
Quiero que la piel de mis dedos,
sea la piel de tu cuerpo,
perderme en el tiempo,
no saber si soy yo
o si soy luna.
Sentarme a tu lado,
mirarte,
oírte
y sentir que un día
todo será luna.
Miguel Ángel Villar, poeta sevillano nacido en 1951. Pertenece a Gallo de vidrio desde su fundación en febrero del 72. Asesora la creación de la revista poética Albatros, y en el 85, junto a los poetas Ramón Reig y Benito Mostaza crea el grupo «Aldaba».
Es autor de prólogos y columnas de prensa, así como colaboraciones en revistas tanto en papel como en internet, utilizando con frecuencia, sobre todo cuando escribe prosa, el seudónimo de Gil Torres Navarro.
Me pregunto las más sencillas cosas,
ese porqué, que acaso nadie sabe,
costumbre de vivir sin rumbo fijo.
Me pregunto por ti desde el umbral
como el que dice al aire «buenos días»,
y de pronto descubre que está solo.
Me pregunto palabras sin respuesta,
tal vez para dejar en el recuerdo
tu presencia grabada hora tras hora.
Poema de Concha Lagos, Córdoba (1909-2007), editora, escritora y miembro de la Real Academia de Córdoba. Está considerada escritora total, por haber publicado tanto poesía como narrativa, teatro y ensayo.
el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado
Blanca Leonor Varela Gonzales, fue una poeta peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina (1926-2009)
Tú, que amas un amor fantasma
y que das un nombre a la niebla,
a la ceniza de los sueños…
Tú, que te doblas sobre ti
misma como el sauce se dobla
sobre su sombra reflejada
en el agua… tú que te cierras
los brazos vacíos sobre el
pecho y murmuras la palabra
que no oye nadie, ven y enséñame
a horadar el silencio,
a encender, a quemar la soledad…
Dulce María Loynaz, poeta cubana (1902-1997), considerada una de las principales figuras de la lírica cubana y universal. Mereció el premio Miguel de Cervantes en 1992
Yo no quisiera ser más que un estanque
verdinegro, tranquilo y hondo:
uno de esos estanques
que en un rincón obscuro
de silencioso parque,
se duermen a la sombra tibia y buena
de los árboles.
¡Ver mis aguas azules en la aurora,
y luego ensangrentarse
en la mostruosa herida del ocaso…!
Y para siempre estarme
impasible, serena, recogida,
para ver en mis aguas reflejarse
el cielo, el sol, la luna, las estrellas,
la luz, la sombra, el vuelo de las aves…
¡Ah el encanto del agua inmóvil, fría!
Yo no quisiera ser más que un estanque.
Dulce María Loynaz, poeta cubana (1902-1997), considerada una de las principales figuras de la lírica cubana y universal. Mereció el premio Miguel de Cervantes en 1992
No podemos cruzarnos de brazos.
No podemos.
No podemos siquiera esperar a mañana.
hay que buscar; hermanos, que buscar enseguida.
Buscar intensamente.
pues algo habrá quedado.
pues de todo queda un poco.
Algo de amor, un soplo de verdad,
un grano diminuto de esperanza,
algún rastro de Dios bajo las nubes.
No podemos seguir con las almas al aire.
Algo tiene que haber en algún sitio.
Pero hemos de buscar.
busquemos todos.
De día y por la noche
y en esa cuarta dimensión del sueño.
Pues algo habrá quedado que nos sirva.
Pues siempre queda un poco
de tierra firme cuando el agua crece.
Buscad conmigo, hermanos. Volveremos la espalda
a los lugares ya contaminados
que nos baten el rencor y nos remueven la cólera.
Pasaremos de largo
junto a las piedras sucias por el llanto y la sangre
bajo las cuales el odio
sobrevive y alienta como un alacrán ciego.
Nos alejaremos de los caminos
que tienen fresco el barro de la huida.
De las angostas calles estriadas
por el puñal de antiguos alaridos.
De las paredes de los fusilamientos
que guardan los impactos y el hollín de la pólvora.
No busquemos tampoco
en las antesalas de los ministros,
en las mesas de los planos de los estados Mayores
ni en las oficinas charoladas
de los hombres que hacen buenos negocios,
ni en la boca de aquellos que dicen
«Señor, Señor» dos mil veces al día
y persignan su frente
con dos frías culebras anidando en sus ojos.
Vayamos a buscar la luz inocente
de las horas primeras.
Vayamos a la sombra del arado,
a la sonrisa de los niños de pecho,
a los cuadernos sin ortografía de los colegiales,
a las alcobas sin balcón ni lumbre
donde los estudiantes ensanchan sus pupilas.
Vayamos a los pies de los Cristos informes
de las viejas ermitas con el suelo de tierra.
A la luz de la lámpara de las madres cansadas
que zurcen calcetines por la noche.
Observemos las huellas
de los que van erguidos
con un fardo cruel sobre sus hombros,
y el hueco de las manos
que siembran y construyen
manchándose y rompiéndose las uñas.
Vayamos. Empecemos ahora mismo.
Buscad conmigo, hermanos.
Porque de todo ha de quedar un poco.
Pues siempre queda un poco de belleza.
Ángela Figuera Aymerich, (1902-1984) poeta nacida en Bilbao, fue una de las principales figuras de los que se denominado Poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra española.
Por fortuna conozco mis fantasmas
y cada día con filosa espada asesino mis miedos.
Nada doblega mi espíritu:
ni dudas e incertidumbres me cortan la cabeza.
Plazos, metas ya no me presionan,
con roja capa los temporales salvo,
luciérnagas de infinito mi reloj se engullen.
No reconozco nubes negras pero sí arco iris,
y huracanes que terminan siendo gota de agua.
Imperfecta, ilógica, incierta mujer.
Árbol que dio frutos,
ave que cuidó nidos,
hembra que los días rehace,
lluvia que inunda pero no ahoga,
torbellino que marea pero no destruye.
Mujer agua,
Mujer tierra,
Mujer fuego.
Cuna que se moldea en el silencio.
Del libro: Las entrañas del viento, amarillo editores, México 2010
Lina Zeron, poeta mexicana (1959) cuya obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano, portugués, serbio, esloveno, árabe y rumano