Imagi(A)na

La poesía me ama con tristeza
y me concede el don de saber cómo inventarte,
de traerte a mis orillas
y volverte espuma salada en los ojos.
La poesía me acaricia la espalda con los dientes,
deja un rastro de sangre caliente por mis dedos
y apuñala con ternura mis verdades.

La poesía
me permite pintarte un día
entera del color del otoño,
hablar del movimiento de tu pelvis
cuando atacas con violencia las aceras,
resumir de un modo sencillo
el rastro de música
que deja el silencio
cuando decides llorarlo
o reírlo
y llamar de otra manera
a la facilidad que tienes
de curar mi suciedad.

Puedo escribir que me amas,
que hoy es París en tu azotea,
que elegiste sin dudar mi desorden
frente a su sonrisa
y te quieres por ello,
que hubo una tarde en la que hicimos el amor
durante tantos siglos
que atravesamos desnudas la barrera del sonido
y los delfines supieron de qué hablábamos.

Puedo escribir que no te has ido,
que no hay noche en la que tu lengua no meza mi cama,
que no puedes tocarte sin mis manos,
que nos declaramos culpables de cualquier triunfo involuntario.

Puedo escribir que tus lágrimas
saben a las teclas de un piano dentro de una nube,
que en tu cuello anidan las madres de las golondrinas
y que he visto brotar pétalos de fuego
en las yemas de los dedos de tus pies.

Puedo escribir que crecen desiertos de arena
en mi garganta
cuando no te escucho,
que la piel me sabe a hiel
y todas las lenguas son ásperas piedras
si no es tu ansia la que me espera,
que te echo de menos
como un cuerpo desmembrado,
como un cadáver sin sustento,
que te echo
tanto
de
menos
que he abierto todas las ventanas
para llegar antes al techo.

Puedo escribir que vienes a verme,
que vuelves
a mis huecos
levantando mi alma y el viento con tu falda,
tus palabras diciéndome
que no hay jardín sin mi lluvia y mi cariño,
que no has dejado de latirme en la demora.

Puedo escribir que estás aquí esta noche,
envuelta como un gato entre mis piernas
y esa manta que acaricias con ternura,
que te quitas la ropa despacio
como si no hubiera mirada
mientras la lascivia recorre mis comisuras,
que me esperas en calma en la cama
tras el punto y final.

Puedo ir más allá
y escribir cosas
como que tú estás aquí
y yo no estoy creando este poema,
y solo así
hacerlo verdad.

La poesía,
del mismo modo,
le da la vuelta a las cosas,
pone boca arriba a las certezas,
me explica que uno más uno
solo puede ser uno,
clava su pupila
—azul—
en la mía
y me escupe su mayor verdad a la cara:

La vida es para quien se conforma.
La poesía,
para quien sueña y desea…

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Yo no quiero ser recuerdo

A la mierda
el conformismo:
yo no quiero
ser recuerdo.
Quiero ser tu amor imposible,
tu dolor no correspondido,
tu musa más puta,
el nombre que escribas en todas las camas
que no sean la mía,
quien maldigas en tus insomnios
quien ames con esa rabia que solo da el odio.

Yo no quiero
que me digas que mueres por mí,
quiero hacerte vivir de amor,
sobre todo cuando llores,
que es cuando más viva eres.

Yo no quiero
que tu mundo se dé la vuelta
cada vez que yo me marche,
quiero que darte la espalda
solo signifique
libertad
para
tus
instintos
más
primarios.

Yo no quiero
quitarte las penas y condenarte,
quiero ser la única
de la que dependa
tu tristeza
porque esa sería
la manera más egoísta y valiente
de cuidar de ti.

Yo no quiero hacerte daño,
quiero llenar
tu cuerpo de heridas
para poder lamerte después,
y que no te cures
para que no te escueza.

Yo no quiero
dejar huella en tu vida,
quiero ser tu camino,
quiero que te pierdas,
que te salgas,
que te rebeles,
que vayas a contracorriente,
que no me elijas,
pero que siempre regreses a mí para
encontrarte.

Yo no quiero prometerte,
quiero darte
sin compromisos ni pactos,
ponerte en la palma de la mano
el deseo que caiga de tu boca
sin espera,
ser tu aquí y ahora.

Yo no quiero
que me eches de menos,
quiero que me pienses tanto
que no sepas lo que es tenerme ausente.

Yo no quiero ser tuya
ni que tú seas mía,
quiero que pudiendo ser con cualquiera
nos resulte más fácil ser con nosotras.

Yo no quiero
quitarte el frío,
quiero darte motivos para que cuando lo tengas
pienses en mi cara
y se te llene el pelo de flores.

Yo no quiero
viernes por la noche,
quiero llenarte la semana entera de domingos
y que pienses que todos los días
son fiesta
y están de oferta para ti.

Yo no quiero
tener que estar a tu lado
para no faltarte,
quiero que cuando creas que no tienes nada
te dejes caer,
y notes mis manos en tu espalda
sujetando los precipicios que te acechen,
y te pongas de pie sobre los míos
para bailar de puntillas en el cementerio
y reírnos juntas de la muerte.

Yo no quiero
que me necesites,
quiero que cuentes conmigo
hasta el infinito
y que el más allá
una tu casa y la mía.

Yo no quiero
hacerte feliz,
quiero darte mis lágrimas
cuando quieras llorar
y hacerlo contigo,
regalarte un espejo
cuando pidas un motivo para sonreír,
adelantarme al estallido de tus carcajadas
cuando la risa invada tu pecho,
invadirlo yo
cuando la pena atore tus ojos.

Yo no quiero
que no me tengas miedo,
quiero amar a tus monstruos
para conseguir que ninguno
lleve mi nombre.

Yo no quiero
que sueñes conmigo,
quiero que me soples
y me cumplas.

Yo no quiero hacerte el amor,
quiero deshacerte el desamor.

Yo no quiero ser recuerdo,
mi amor,
quiero que me mires
y adivines el futuro.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Somos mujeres

Miradnos.
Somos la luz de nuestra propia sombra,
el reflejo de la carne que nos ha acompañado,
la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

Somos el azar de lo oportuno,
la paz que termina con las guerras ajenas,
dos rodillas arañadas que resisten con valentía.

Miradnos.
Decidimos cambiar la dirección del puño
porque nosotras no nos defendemos:
nosotras luchamos.

Miradnos.
Somos, también, dolor,
somos miedo,
somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro
que pretende marcar un camino que no existe.
Somos, también, una espalda torcida,
una mirada maltratada, una piel obligada,
pero la misma mano que alzamos
abre todas las puertas,
la misma boca con la que negamos
hace que el mundo avance,
y somos las únicas capaces de enseñar
a un pájaro a volar.

Miradnos.
Somos música,
inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,
luz en un lugar que aún no es capaz de
abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,
porque la belleza siempre cegó los ojos
de aquel que no sabía mirar.

Nuestro animal es una bestia indomable
que dormía tranquila hasta que decidisteis
abrirle los ojos con vuestros palos,
con vuestros insultos, con este desprecio
que, oídnos:
no aceptamos.

Miradnos.
Porque yo lo he visto en nuestros ojos,
lo he visto cuando nos reconocemos humanas
en esta selva que no siempre nos comprende
pero que hemos conquistado.

He visto en nosotras
la armonía de la vida y de la muerte,
la quietud del cielo y del suelo,
la unión del comienzo y del fin,
el fuego de la nieve y la madera,
la libertad del sí y el no,
el valor de quien llega y quien se va,
el don de quien puede y lo consigue.

Miradnos,
y nunca olvidéis que el universo y la luz
salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres
no es más que un mundo vacío y a oscuras.
Y nosotras
estamos aquí
para despertaros
y encender la mecha.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Yo no quiero ser recuerdo

Mujer-contra-Mujer-Javiera-Mena

A la mierda el conformismo:
Yo no quiero ser recuerdo
Quiero ser tu amor imposible,
Tu dolor no correspondido,
Tu musa más puta,
El nombre que escribas en todas las camas
Que no sean la mía,
Quien maldigas en tus insomnios
Quien ames con esa rabia que solo da el odio.

Yo no quiero
Que me digas que mueres por mí,
Quiero hacerte vivir de amor,
Sobre todo cuando llores,
Que es cuando más viva eres.

Yo no quiero
Que tu mundo se dé la vuelta
Cada vez que yo me marche,
Quiero que darte la espalda
Solo signifique libertad
Para tus instintos más primarios.

Yo no quiero
Quitarte las penas y condenarte,
Quiero ser la única
De la que dependa
Tu tristeza
Porque esa sería
La manera más egoísta y valiente
De cuidar de ti.

Yo no quiero hacerte daño,
Quiero llenar
Tu cuerpo de heridas
Para poder lamerte después,
Y que no te cures
Para que no te escueza.

Yo no quiero
Dejar huella en tu vida,
Quiero ser tu camino,
Quiero que te pierdas,
Que te salgas,
Que te rebeles,
Que vayas a contracorriente,
Que no me elijas,
Pero que siempre regreses a mí para encontrarte.

Yo no quiero prometerte,
Quiero darte
Sin compromisos ni pactos,
Ponerte en la palma de la mano
El deseo que caiga de tu boca
Sin espera,
Ser tu aquí y ahora.

Yo no quiero
Que me eches de menos,
Quiero que me pienses tanto
Que no sepas lo que es tenerme ausente.

Yo no quiero ser tuya
Ni que tú seas mía,
Quiero que pudiendo ser con cualquiera
Nos resulte más fácil ser con nosotras.

Yo no quiero
Quitarte el frío,
Quiero darte motivos para que cuando lo tengas
Pienses en mi cara
Y se te llene el pelo de flores.

Yo no quiero
Viernes por la noche,
Quiero llenarte la semana entera de domingos
Y que pienses que todos los días
Son fiesta
Y están de oferta para ti.

Yo no quiero
Tener que estar a tu lado
Para no faltarte,
Quiero que cuando creas que no tienes nada
Te dejes caer,
Y notes mis manos en tu espalda
Sujetando los precipicios que te acechen,
Y te pongas de pie sobre los míos
Para bailar de puntillas en el cementerio
Y reírnos juntas de la muerte.

Yo no quiero
Que me necesites,
Quiero que cuentes conmigo
Hasta el infinito
Y que el más allá
Una tu casa y la mía.

Yo no quiero
Hacerte feliz,
Quiero darte mis lágrimas
Cuando quieras llorar
Y hacerlo contigo,
Regalarte un espejo
Cuando pidas un motivo para sonreír,
Adelantarme al estallido de tus carcajadas
Cuando la risa invada tu pecho,
Invadirlo yo
Cuando la pena atore tus ojos.

Yo no quiero
Que no me tengas miedo,
Quiero amar a tus monstruos
Para conseguir que ninguno
Lleve mi nombre.

Yo no quiero
Que sueñes conmigo,
Quiero que me soples
Y me cumplas.

Yo no quiero hacerte el amor,
Quiero deshacerte el desamor.

Yo no quiero ser recuerdo,
Mi amor,
Quiero que me mires
Y adivines el futuro.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Mi vida huele a flor

joseph lorusso
Obra de Joseph Lorusso

He redondeado esquinas
para no encontrar monstruos a la vuelta
y me han atacado por la espalda.
He lamido mi cara cuando lloraba
para recordar el sabor del mar
y solo he sentido escozor en los ojos.
He esperado de brazos cruzados
para abrazarme
y me he dado de bruces contra mi propio cuerpo.
He mentido tanto
que cuando he dicho la verdad
no
me
lo
he
creido.

He huido
con los ojos abiertos
y el pasado me ha alcanzado.
He aceptado
con los ojos cerrados cofres vacíos
y se me han ensuciado las manos.
He escrito mi vida
y no me he reconocido.

He querido tanto
que me he olvidado.
He olvidado tanto
que me he dejado de querer.

Pero
he muerto tantas veces
que ahora sé resucitar
-la vida es
quien tiene la última palabra-.
He llorado tanto
que se me han hecho los ojos agua
cuando he reido,
y me he besado.
He fallado tantas veces
que ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable.
He sido derrotada por mi  misma
con dolor y consciencia,
pero la vuelta a casa ha sido tan dulce
que me he dejado ganar
-prefiero mi consuelo
que el aplauso-.

He perdido el rumbo
pero he conocido la vida en el camino.
He caido
pero he visto estrellas en mi descenso
y el desplome ha sido un sueño.

He sangrado,
pero
todas mis espinas
han evolucionado en rosa.

Y ahora
mi vida
huele a flor.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Una cien veces

J. Baylor Roberts
Fotografía de J. Baylor Roberts/ National Geographic

Hay mujeres
que son estaciones de (d)año,
tormentas torrenciales en agosto y estufa
en un diciembre lleno de abandonos.

Hay mujeres
que son pájaros sin alas en un cielo lleno
de recuerdos,
fieras carnívoras al acecho de las ganas
y de esa falta de poder ante la tentación
que solo es deseo confundido.
Hay mujeres
que son mariposas ensoñadas esperando a que
cierres todas las puertas
para acariciarte las mañanas a través
de la ventana,
para sacudirte la mirada en cualquier
dirección ajena a tu espejo.
Hay mujeres
que son animales en celo
galopando sobre tu pecho abatido.
Hay mujeres
de ojos castaños
con alma de gata.
Hay mujeres
de ojos verdes
con alma de zorra.

Hay mujeres
que son signos de interrogación abierta,
tres exclamaciones siguiendo
una huida.
Un ladrido de madrugada.
Hay mujeres
que justifican el silencio.
Hay mujeres
que excusan la poesía.

Hay mujeres
que son aeropuertos alejados
de los que solo salen aviones imaginados,
puertos marítimos
en los que vuelves a ser tú mismo,
estaciones de tren
donde se cruzan tantas contradicciones
que encuentras paz.

Hay mujeres
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas.
Hay mujeres
que huelen a limpio, a cuerpo inerte,
y te hacen desear invadirles el corazón
y el pecho con la brutalidad de un ejército de flechas.
Hay mujeres
que desordenan tus huellas cuando aparecen
y te hacen desear encontrar tu camino
sobre su columna vertebral.
Hay mujeres
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida.

Hay mujeres
que esperas siempre
porque nunca llegan.
Hay mujeres
que están en todos los sitios que ocupas
menos en tus manos.

Hay mujeres
que son primeras y únicas,
que sobrevuelan el suelo que pisan los demás,
que son azules y ocupan un lugar
diferente al resto.

Hay mujeres
que crees por encima de todo
y por encima de todo deshacen tus creencias,
que son tiernas, dulces y ciertas,
y con su ternura, dulzura y certeza
parten en dos tu inocencia.

Hay mujeres
que abren tus ojos con un soplido de magia
y en el siguiente truco desaparecen,
como la suerte.

Hay mujeres
que te enseñan la moneda por las dos caras:
te besan negándote,
se marchan llamándote,
se quedan en silencio,
te hablan desde lejos.
Que solo conocen la palabra derrota
en tu boca.
Que solo conoces la palabra victoria
en su boca.
Que te aman mientras te olvidan
y olvidándolas las amas.

Hay mujeres
que quieres y no puedes,
que son tanto que no son suficiente,
que dándote lo que necesitas olvidan lo que quieres.
Mujeres contra las que no hay razones
que encajen
y conviertes en huida
para darles un sentido.

Hay mujeres
que son aves de paso,
bodas de un día,
amores que salvan tu vida en una noche,
postres eternos en medio de una prisa carnal,
engaños a la rutina,
tu alma animal rendida al instinto de supervivencia.

Hay mujeres
que aparecen como los aciertos:
sin esperarlas y a tiempo.
Que se atreven y se quedan y tienen
el pelo del color de tu almohada,
que se agitan y temes y dan la vuelta
a tus excusas convirtiéndolas en motivos.
Que te aman sin evitarlo
y amas sobre todo por supuesto.

Y
estoy
yo.
Que soy una en todas esas mujeres.

Y
estás
tú.
Que eres todas esas mujeres en una.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Camino de huida y vuelta

Elvira sastre
En la imagen la poeta

No toques si duele, amor,
que una herida de tu mano
es como una primavera helada
y este cuerpo tirita con un solo roce.

No te quedes a verme llorar
si desconoces el polvo que inunda mis ojos,
si no sabes
que mis pupilas solo son escondites de palabras,
si lo único que quieres es borrar mis lágrimas
en vez de dejar que me seque y pueda respirar.

No te quedes a verme llorar
que no quiero mojarte
y que mueras de frío.
No te quedes a verme llorar
si no vas a besarme los ojos
y ahogarte conmigo.

No me rompas el pelo
que desde que te quiero nunca me peino,
y si ahora te marchas
tendré que volver a encontrarme en el espejo,
y yo solo quiero mirarme en tus ojos.

No vuelvas contra mí
todos los motivos que inventaste para quererme
como si fueras una suicida por amor,
que el romanticismo está hecho
para los que tienen el corazón roto.

No huyas
si no es
de ti
hacia mí
el movimiento.

No me empujes al precipicio
y me preguntes con voz rota
si te prefiero a ti o a los puentes,
no me beses si no vas a volver,
no te vayas si no vas a girarte mientras lo haces,
no te quedes
si tu vida es un camino de huida y vuelta,
no me abraces por rutina
y no dejes de hacerlo por costumbre,
no te vuelvas hielo
cuando el frío nos apriete las costuras,
no te derritas
cuando mi boca ya esté seca y no pueda sostenerte.

No me duelas
si no vas a curarte.

No me quieras,
que amor es quererse
hasta cuando no me quieres
y eso es lo único que querría que hicieras siempre

y eso es lo único que nunca te pediré que hagas.

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.

Quiero hacer contigo todo lo que la poesía aún no ha escrito

mujeres beso
Obra de Kenne Grégoire

Cualquiera diría al verte
que los catastrofistas fallaron:
no era el fin del mundo lo que venía,
eras tú.

Te veo venir por el pasillo
como quien camina dos centímetros por encima del aire
pensando que nadie le ve.
Entras en mi casa
-en mi vida-
con las cartas y el ombligo boca arriba,
con los brazos abiertos
como si esta noche
me ofrecieras barra libre de poesía en tu pecho,
con las manos llenas de tanto
que me haces sentir que es el mundo el que me toca
y no la chica más guapa del barrio.

Te sientas
y lo primero que haces es avisarme:
No llevo ropa interior
pero a mi piel le viste una armadura.
Te miro
y te contesto:
Me gustan tanto los hoy
como miedo me dan los mañana.

Y yo sonrio
y te beso la espalda
y te empaño los párpados
y tu escudo termina donde terminan las protecciones:
arrugado en el cubo de basura.
Y tú sonries
y descubres el hormigueo de mi espalda
y me dices que una vida sin valentía
es un infinito camino de vuelta,
y mi miedo se quita las bragas
y se lanza a bailar con todos los semáforos en rojo.

Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver;
entras y sales siendo cualquiera
pero por dentro eres la única;
te gusta mi libertad
y a mi me gusta sentirme libre a tu lado.

Tienes el pelo más bonito del mundo
para colgarme de él hasta el invierno que viene;
gastas unos ojos que hablan mejor que tu boca
y una boca que me mira mejor que tus ojos;
guardas un despertar que alumbra las paredes
antes que la propia luz del sol;
posees una risa capaz de rescatar al país
y la mirada de los que saben soñar con los ojos abiertos.

y de repente pasa,
sin esperarlo ha pasado.
no te has ido y ya te echo de menos,
te acabo de besar
y mi saliva se multiplica queriendo más,
cruzas la puerta
y ya me relamo los dedos de guardarte,
paseo por Madrid
y te quiero conmigo en cada esquina.

Si la palabra es acción
entonces ven a contarme el amor,
que quiero hacer contigo
todo lo que la poesía aún no ha escrito.

 

Elvira Sastre Sanz, Segovia 1992, es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.