Una mujer escribe su primer libro de versos y me lo envía

Obra de Sally Rosenbaum

Abro tu libro y sufro
nada más conocer que es la primera fruta
arrancada a la joven vida
de un creyente dispuesto a todo.
A conquistar estrellas, huecos, mundos
desde los párpados de la noche.
Noche que te debilitará hasta el amanecer,
si a él llegaras.
Mientras tanto
trenzarás suspiros como insectos lo hacen
en las esquinas de tu cuarto
donde escribes
y llegarán ráfagas de labios
que serán la trampa como en aquel
hermoso manantial de la doncella
consumado
en celuloide arte. Lo recuerdo bien.

Abro tu libro y estoy dispuesta
a ceder la existencia acumulada para ti.
Sin conocerte, dártela en bandeja que avisa
olvida la palabra y duerme ya
deja su saliva y entra en otra espuela
del vivir,
ofrece tus senos solo para el amor,
córtate la mano que se llevarán
los ángeles mejores
al cielo de tus estrellas imposibles.
Pero no me escucharás.
Ahora que como tú vuelvo a estar prendida
en la noche de insectos grandes
para seguir nombrándote los peligros
de que el verso corre con su gesta
y te seduce para que no lo ganes nunca.

Abro tu libro de juventud
y me pierdo en la enorme ola
de antiguos suspiros líricos
que viví inefables
como el animal mojado
que se echaba en tierra blanda
para hacerse notar
de otro color entre los suyos.
Así que escúchame
a tus veinte y pocos años,
atisba el deseo de este poema
si acaso lo leyeras
cuando un día abras mi primer libro,
es el tuyo hoy, ahora no sabrías tomarlo
por inocencia
que el joven árbol no puede arder de pronto
si no se ha ido cuarteando de escritura
vertiginosa siempre
como el crecimiento de su mundo
que cuanto más luciérnaga es
abarcará menos estrellas
de la palabra y su sinrazón
pues abrasados al alba
los insectos, todo será olvido.

Desde el que ahora te hablo
absorta como tú hasta el amanecer
haciendo No escribir
con la confianza deshilachada
en este universo de cantar y sombras,
engañada de sus esquinas, de su fiebre
tanto sacrificio para la materia poética
insobornable
a la que hoy entrego mi lejana juventud
por si un día tú comprendieras este anuncio
de soledad habitada.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Presencia

Imagen de Phạm Quang Hoàn

En ti toda la hora buscando
la distancia más alta del insecto,
la fibra de la montaña
envuelta en pinos, en la leyenda
de parte a parte, de boca a boca,
como la oscuridad del verso.
Y sueño mi corazón.
Bajo el peldaño de la concha,
bajo otra, bajo más
la compañía de ti, amor de la noche
bajo el sol,
tú, conservador del alma mía,
de los besos que no existen,
con todas las nubes acampanadas,
el tiempo sin el olvido,
en mi perseverancia.

Amor, tú, único domador de mis huesos,
de la distancia,
de la copla sonámbula,
este destino en que deshaces mis nudos
como en ventana abierta.
Y aquí en la tarde
cuando la presencia no va a dormir nunca
no es tu cabeza quien me convoca a ti
sino el hormiguero de vuelta ya
que encontrará en la noche
su martillo silencioso.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Versión de la sed

Sombra busca acomodo
en capas de la tierra
donde habita el agua.

Esta versión de la sed
entra de sombra,
madre mía, en la sombra.

Somos reunión
de sabernos materia
prensada en noche,
el agua transita
paladar de hondura.

Fuera de la sombra
no pasa ya nada.
Acaso fluye el silencio
de nuestro patio en diciembre
cuando el resplandor iba a tu almohada
frente al limonero.

De nuestra sombra
hay otra plegada y más:
amarte busca colocación
entre capas de la tierra.
Y sigue el agua.

(De Dulce nadie, 2008)

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

En esta noche, salvándome

Imagen de Natálie Šteyerová

Aquí,
en las altas horas de la noche
me veo conspirada en esto:
creo en el mundo.
En su larga melena oscura, en sus bombillas,
árboles vistos, perros,
locura confusa de la esperanza.
Ahora, como se dice al toro a la hora
de matar, ahora,
cuando el día se ha paseado señalando otra vez
la frente de mi camino,
las voces de los niños altas y bajísimas,
cuando un cigarral está bien dormido
y los lobos deben venir;
ahora yo, sin espantar del todo el sufrimiento
aprendido desde mí
para volver a caer en él
como más oscuro quehacer de mi nombre;
así, mirando la hora,
viaja el humo por mi mesa
y la ceniza es un peregrino quieto;
ahora como un volcán participando del mundo
y todo lo tengo en mi falda, en silencio
y en cuerpo viviente;
ahora es ahora y hay que aprovecharlo
y mañana también la espada no sé si volver a adivinarla.

Qué lejos estoy de la inocencia, qué cerca;
cómo irme a dormir, los ruidos,
caminar por esta habitación donde yo aliento formas
como disparate mío;
la miel de una sola abeja
para seguirla y llamarla abeja.
Qué lugar tan parecido a un planeta es esto;
se pisa, hay naufragios, no debo abandonarlos,
no me opongo a nada de lo que existe
la revelación camina
en su presagio como los hombres.
Ah, la palabra, qué miedo me da de su constancia en mí,
de su alboroto que me llega y son lugares
en su pompa de vida,
lágrimas sueltas ahora mismo, en formación,
creciéndome,
grandes manchas de poemas y matarlos
es morir más acá de la muerte misma
sin destierro posible y sin ojos.

Maravilla de noche para la sombra que soy,
para linternas sin deseo
de vivir dormidas,
para amores altos, bajos,
colocado todo en su canción de existencia sobre la tierra
que me digo no puede romperse de pronto
ni siquiera queriéndolo.

Es de noche
porque abandonada estoy a un sacrificio largo;
es mi recinto cerrado a cal de figura humana,
perdiendo los besos que puedo dar premeditadamente;
es mi contada ocasión para decir
lo de este mundo de abandono,
en la noche larga como un acontecer
que ya llega aquí lleno de plegaria
y se transforma en canto.
Si alguien desea tocar mis huesos
no tiene nada que hacer,
estoy recorriendo mis tejados de sombras,
armada de sombras
y es mi vestido claro, salvándome.

Y esta mirada de faro
es la esfera y la vida para mi barco,
un coloquio que el viento sabe llevarlo por su sitio.
Mañana saltará otra vez la equivocación que tiembla
la luz me habrá despertado al amanecer
en la contemplación otra vez del mundo.
Los ojos de todos estarán cerrados, abiertos,
como menos sombra, como rápidos gatos.
Qué dispar es entonces mi mundo, mi cuerpo
y mi ceguera.
Todo estará, la velocidad de la luz
el manantial de nadie, otra vez el nadie,
ahora la noche llena mi saco de palabras
y mañana se anulan.

Todo late y es la noche y se necesitan
las horas entre sí;
todo es un cauce vivo que habito alta e indefensa,
mundo, tú, boca arriba, boca abajo,
entregado, mintiendo dulcemente
y me salvará, se salvará
porque se salta siempre.
Ahora se ha detenido mi cintura
para bien o para mal.
Ya he mojado mi lengua en la palabra
y es el mismo truco y la misma esperanza:
al escribir me ayudo de los dedos,
del papel virgen que va desabrochándose,
de un planeta oculto que alguien colocó en mi cabeza
y ahora me toca desenvolverlo.
Todo está,
la velocidad de la luz no es más
que un poema vivo,
ni más que la lentitud sin amor
si para hablar vale la comisura de un muerto,
los aviones de plástico con niños
y la mazmorra que cada cual se lleva
al fondo de su existencia.
Voy hacia el mundo, estoy segura
y llevo todo lo que tengo puesto:
pestañas, una pizarra, una tiza,
tiempo libre y me suenan las manos como ahora.
Luz,
¿en qué parte del camino me tienes cogida
de los brazos que tanto me analizas?

Todavía en la noche y yo viva
hago mi pacto con el mundo diario
sorteando mi cuerpo
que en algo me retiene.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Mayo

Y está la cadena aquí.
Me están viniendo esas frutas
abiertas y rozadas por seres vivos
que escribían un verso sí, un verso no,
a la sombra de cualquier cosa
con nombre, por ejemplo mayo,
e importaban muy poco las células que aún no existían
ni los gatos que se amaban indefinidamente
en enero.

Ya estoy yo aquí.
Y pienso que la cadena
se tropieza ella por sí misma,
y es lo mismo llorar que cantar en alto
porque las arenas no han chupado todavía el mar
a pesar de las constancias de un par de algo
hacendoso.

Por una ventana
quieren venirse, aunque se van,
las cosas que son mías,
esa concatenación que vive la gramática ingenua,
como si el vacío anduviera de un sitio para otro
detrás de mí, punto no final, paso adelante,
el verso.
El verso ese, que es manojo, que es racimo
para las manos de un vivo cualquiera
que quiere tocarlo todo.
Palmas para una soledad estrellada,
palmear, morirse, cierto.

Yo estoy como convencida
que es una cadena quien mide un verso,
que es una cadena quien vive un beso,
y por eso los astros me pueden todos,
y me gustan,
porque yo también los puedo.

Anillar es fácil. Se puede hablar de mayo.
Se puede hacer pero no se puede ver.
Es fácil,
pongo una pierna suelta
(mientras me sujeto el corazón para que no se caiga),
y lo demás del cuerpo espera
todo lo natural que puede.
Pero debo decir,
si es que este poema aún sigue en pie,
que todas las coplas cantadas a mi oído
me las he cantado yo solita
y van camino de ser soledad
mucho antes de ser mayo.

Y puedo seguir diciendo cosas,
las repetiré a mi modo:
que ya viene mayo
y empieza a gustarme la cerveza,
que voy al grifo a decirle al grifo:
te abro, espera a que te cierre.
Y por las noches, ya por estas noches,
se va mi lava hacia el costado izquierdo
mientras duermo profundamente sin ocultarme.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

El verso

Es un coloquio
que me bebe;
no me orienta, me adentra,
responde a mi ceguera
y acaba perdonándome en su rostro.
Trae fortunas heredadas,
abrazos de otros, leyendas visibles,
invisibles, rectas de la muerte,
volutas del momento,
cántico rodado de hace mucho,
el verso.

Resbala del pelo a la garganta,
me hace tropezar de veras,
guiña su ojo
tiende el mar
y yo me tiento.

El verso es un ojo
pensado para ciegos,
para mí,
un caballo al fondo
volver a casa
y encender la lámpara del miedo,
del miedo o la pregunta.

Tanto
me estrecha la cintura,
se escapa de mis brazos,
me adentra en la campana del llanto,
de oros con llanto, del din don,
en la plegaria.
Y coge mi mano recién hecha
al vacío
y no me deja en paz
aunque lo mate.

El verso
puede con mi vida
sin pedirme permiso para la muerte.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Años de internado

Pureza Canelo

Tiempo de mi corazón jugando a la guerra
y la guerra era un llanto en todas las paredes
y yo vivía allí.
Palabras absurdas que oía a la sombra
y quería ser perro para matarlas
y decir que la mentira más grande
se vestía de blanco y negro.
Castigos que no podía inventarlos un loco,
ni un suicida,
entre hachís y las flores tan bellas del altar.
Años en que solo las moscas eran mis amigas,
la torpeza de mi corazón cansado de rebelarse
mientras miraba mis senos de madrugada.

Fui mala oveja en esos años,
esto me contenta ahora,
mala conductora del calor por donde querían remediarme,
cosía mis medias
y no pensaba nunca en el infierno.
Era ese mi triunfo cuando jugaba sin truco
ni impaciencia.

No puedo recordar nombres,
cuando lo intento me duele la espalda y la cabeza,
se me hace un nudo en los hombros,
me atraganto de pan y fruta que me daban
si ese favor resistiera las ganas de morir que tenía.
Malo, malo, malo,
historia triste y grandísima de mí
porque no agitaron nunca mi árbol
excepto para verme ahora valiente
y maldecir aquellas tristes figuras
en blanco y negro.

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Depuración

Alguien
va a pasear los ojos
por estos versos.
No sabe de mí
habrá padecimiento
confusión
destierro
porque eso es crear.
Crear a dos.
Ciegos,
sin saberse tumulto.

Pero no tengo fe
en esos ojos
si no me arranca la tela
y nace lo sin límite.
Vértice más vértice
de territorio imperfecto
mi ofrecimiento
en vilo.

Alguien
pasea sus ojos
por estos versos.
En aproximación
a la materia
de lo vivo.
Nunca se sabe
qué hacer
ni cuál es la oculta
depuración
que ilumine
el lugar inacabado
de la compañía.

En su conflicto
de conjugación
el poeta duda si acoger
a quien le lee
por haberse atrevido
a descifrar
algún acoplamiento
de coincidencias.

— — —

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.

Niñez ayer

fotografía de Iwona Podlasinska

Empecé en el campo
a construir dos barcas.
Una para el viento
otra para mí
nací desnuda
para pasar de barca a barca:

surcos allí donde dormía
surcos aquí donde ya no duermo,
surcos que prolongan la existencia
de mis brazos.
Bajo el sol
mi cuerpo al atardecer
con futuros poemas cubriendo
un canto especial de mariposa.

Reñía y saltaba
como los peces
y tenía un rincón para escribirme a solas
de niña a niña.
Y me perdía ya
por donde voy ahora
sin saber que era el viento contra mi ave
o la barca a punto
de convertirse en viento.
Entonces
no tenía entraña mi palabra,
era un espléndido cautiverio
de sol y hechizo y palabras
sin despertar del todo el misterio de un pozo
que llevaba entre enredaderas.

Mi primer poema
lo dediqué al junco,
a la veleta en el horizonte,
a mis perros que ya corrían para alcanzarme
y morder de mi gaviota.
Mis sueños confundían los rincones de la casa
o eran las esquinas puntos bellos
para nacer

o labrar un verso a la sombra.
Recorría eras,
y un pantano de color gris
cuando empezó mi amistad
con la gaviota
o palabra mía
que picoteaba mi frente.

Mi amor había caído en paz
como la prolongación del sueño
y veía a la hormiga
y ya podía pensar «lleva luto»
o me entristecía la higuera
abiertos sus frutos a cualquier insecto.
Sus frutos que aún no eran mis senos
olían a prisa
de crecer y entristecerme.
Ya entonces tenía poemas,
poemas ocultos
como los de tantos niños
que se esconden de sí
y escriben su llanto
en la primera mirada a su sexo.
Pero tenía estos y otros poemas,
llevaba un pozo de enredaderas
y el cautiverio de la palabra.

Hasta que un día dormí
con mis brazos
definitivamente abiertos
para decir mis cosas
en el poema que llevaba
a flor de esta boca caliente.

— — —

Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.