Abro tu libro y sufro
nada más conocer que es la primera fruta
arrancada a la joven vida
de un creyente dispuesto a todo.
A conquistar estrellas, huecos, mundos
desde los párpados de la noche.
Noche que te debilitará hasta el amanecer,
si a él llegaras.
Mientras tanto
trenzarás suspiros como insectos lo hacen
en las esquinas de tu cuarto
donde escribes
y llegarán ráfagas de labios
que serán la trampa como en aquel
hermoso manantial de la doncella
consumado
en celuloide arte. Lo recuerdo bien.
Abro tu libro y estoy dispuesta
a ceder la existencia acumulada para ti.
Sin conocerte, dártela en bandeja que avisa
olvida la palabra y duerme ya
deja su saliva y entra en otra espuela
del vivir,
ofrece tus senos solo para el amor,
córtate la mano que se llevarán
los ángeles mejores
al cielo de tus estrellas imposibles.
Pero no me escucharás.
Ahora que como tú vuelvo a estar prendida
en la noche de insectos grandes
para seguir nombrándote los peligros
de que el verso corre con su gesta
y te seduce para que no lo ganes nunca.
Abro tu libro de juventud
y me pierdo en la enorme ola
de antiguos suspiros líricos
que viví inefables
como el animal mojado
que se echaba en tierra blanda
para hacerse notar
de otro color entre los suyos.
Así que escúchame
a tus veinte y pocos años,
atisba el deseo de este poema
si acaso lo leyeras
cuando un día abras mi primer libro,
es el tuyo hoy, ahora no sabrías tomarlo
por inocencia
que el joven árbol no puede arder de pronto
si no se ha ido cuarteando de escritura
vertiginosa siempre
como el crecimiento de su mundo
que cuanto más luciérnaga es
abarcará menos estrellas
de la palabra y su sinrazón
pues abrasados al alba
los insectos, todo será olvido.
Desde el que ahora te hablo
absorta como tú hasta el amanecer
haciendo No escribir
con la confianza deshilachada
en este universo de cantar y sombras,
engañada de sus esquinas, de su fiebre
tanto sacrificio para la materia poética
insobornable
a la que hoy entrego mi lejana juventud
por si un día tú comprendieras este anuncio
de soledad habitada.
Pureza Canelo (Moraleja, Cáceres, 1947) poeta y gestora cultural española, premiada con el premio Adonáis en 1970 por Lugar común. Su obra ha sido traducida al inglés y al alemán.