Tal vez alguien sueñe conmigo

Obra de Vicente Romero

Tal vez alguien sueñe conmigo –
Por eso mis gestos
Son tan blandos
E indefinidos,
Como si olvidaran su intención
A mitad del movimiento,
Grotescos,
Por esto mis contornos se borran,
Segundo tras segundo,
Y mis actos se disuelven…
Y, tal vez, al que sueña conmigo
Le arrancan de vez en cuando
Del sueño
Y despierto,
Le llevan a regañadientes a su vida
Real,
Por eso oscurezco
Suspendida a veces
Como de un hilo de nieve que se disuelve,
Sin saber
Si alguna vez volverá a dormir
Para que vuelva a pasarme.
Algo.

Ana Blandiana (Timișoara, Rumanía, 1942) es, sin duda, una de las poetas más relevantes de las letras europeas. En su vasta obra poética destacan títulos como Octubre, noviembre, diciembre (1972), El sol del más allá (2000), El reflujo de los sentidos (2004) y Mi patria A4 (2010). Blandiana concibe la literatura como una forma de testimonio y de resistencia ante el terror de la historia. Su poética, intimista y de sencillez expresiva, contiene una gran carga filosófica y está enraizada en el sentimiento trágico de la existencia.

Me despojo de mi nombre

Me despojo de mi nombre,
dejo el alma en un vasito,
despedazo el amuleto,
reto al insomnio,
salgo al balcón a dejar que la noche me encandile,
de paso, arrojo cada memoria
-hasta la más infame de las memorias-
Me entrego al ruido
mientras descuelgo los años
que puse a secar ayer,
me deslizo hacia adentro de la casa,
finjo que soy yo, de nuevo.
Habrá que ver si mañana
el amuleto se recompone,
mi nombre se despoja del tuyo
en lo que quedó del insomnio
cuando fingiste dormir.
Habrá que ver si mañana
puedo vestirme con años limpios,
Si mi alma sigue intacta en el vasito,
si sobrevivieron las memorias
-hasta la más infame de las memorias-

De La Poetería. Volcán Ediciones, Bogotá, 2018

Ángela Acero Rodríguez (Diciembre, 1981, Bogotá). Profesional en Filosofía. Creció con la generación de la música en cassettes, el rock alternativo y los libros para bolsillos citadinos. Tiene una fascinación por los gatos, las metáforas, los árboles y el chocolate; colecciona paisajes detenidos en postales, hace música y fotografía. Tiene cuatro publicaciones de poesía: «Manecillas en estado alterado» (2013), «Dos días después de vos» (2016), «La Poetería» (2018) y “Los peldaños de la inercia” (2019). Coordina talleres de escritura para jóvenes y adultos. Ha participado de varias antologías de escritores, programas de radio y encuentros nacionales e internacionales. Vive en Bogotá, su ciudad natal, pero tiene un alto porcentaje de su alma en Córdoba (Argentina). Ama el cielo despejado y disfruta de las cosas simples.

No deseo abrir la boca

Nadia Anjuman

No deseo abrir la boca
¿A qué podría cantar?
A mí, a quien la vida odia,
tanto me da cantar que callar.
¿Acaso debo hablar de dulzura
cuando es tanta la amargura que siento?
Ay, el festín del opresor
me ha tapado la boca.
Sin nadie a mi lado en la vida
¿a quién dedicaré mi ternura?
Tanto me da decir, reír,
morir, existir.
Yo y mi forzada soledad
con mi dolor y mi tristeza.
He nacido para nada
mi boca debería estar sellada.
Ha llegado, corazón, la primavera,
el momento propicio del festejo.
¿Pero qué puedo hacer si un ala
tengo ahora atrapada?
Así no puedo volar.
Llevo mucho tiempo en silencio,
pero nunca olvidé la melodía
que no paro de susurrar.
Las canciones que brotan de mi corazón
me recuerdan que algún día
romperé la jaula.
Volando saldré de esta soledad
y cantaré con melancolía.
No soy un frágil álamo
sacudido por el viento.
Soy una mujer afgana
Entiéndase pues mi constante queja.

» Estoy enjaulada en este rincón
llena de melancolía y pena…
Mis alas están cerradas y no puedo volar…
Soy una mujer afgana y debo aullar. «

…@…@…@

Nadia Anjuman, Afganistán, 1980-2005. Poeta afgana nacida y fallecida en Herat. Era la sexta hija de una familia numerosa. Terminó la escuela secundaria a pesar de dos años de interrupción debido a que el régimen talibán, de acuerdo con las enseñanzas del Corán, prohibía que las mujeres aprendieran a leer y escribir. Las mujeres tenían prohibido trabajar, estudiar y reírse en voz alta. Solo se les permitía coser y bordar. Anjuman y otras jóvenes pertenecían a los Círculos de Costura de Herat, y se reunían tres veces a la semana en una escuela de costura a estudiar literatura. Anjuman y sus compañeras estudiaban a escritores prohibidos como William Shakespeare, Honoré de Balzac, Fiódor Dostoevski, Charles Dickens, León Tolstoi, James Joyce y Nabokov. Si hubieran sido atrapadas, el régimen talibán las hubiera condenado a ser ahorcadas.

Sus padres la obligaron a casarse con Farid Ahmad Majid, licenciado en Literatura, conferencista de Filología y empleado administrativo en la facultad de Literatura de la Universidad de Herat. En 2004 publicó un poemario llamado Las flores oscuras. El poemario se hizo muy popular en Afganistán, Pakistán e incluso en Irán. Un año más tarde fue asesinada a golpes por su esposo.

Guitarra

Obra de Salvador Dalí

Habrá un silencio verde

todo hecho de guitarras destrenzadas

La guitarra es un pozo

con viento en vez de agua

(de Imagen)

Gerardo Diego (Santander, 1896 – Madrid, 1987) Poeta español considerado una de las figuras más representativas de la Generación del 27, a la que agrupó por primera vez en una célebre antología y que encabezó el redescubrimiento de Góngora.

Profesor de literatura y de música, inició su andadura poética con El romancero de la novia (1920), que denotaba cierta influencia de Juan Ramón Jiménez y su aprecio por las formas tradicionales. Después de una breve estancia en París, donde hizo amistad con Vicente Huidobro y conoció la pintura cubista, reveló su permeabilidad a las corrientes vanguardistas, como el creacionismo, en versos de gran musicalidad.

Fe de vida

Fotografía María J. Leza

Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas.)
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de las orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie con los relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.

Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
O con la luz de todos los azules.
Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.

Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a puñado de sal.
O de luz.

Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón –al fin- pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

…***…
Antonio Colinas, 1946 La Bañeza, León. Poeta, novelista, ensayista y traductor español. Ha publicado una obra variada que ha recibido, entre otros galardones, el Premio Nacional de Literatura en 1982.

Me declaro culpable

Ángela Acero Rodríguez

Me declaro culpable

Por la lágrima que llovizna sobre mi colección de mapas,
por el minuto de silencio que escondí en mi bolsillo,
por dudar de la geográfica invasión del dolor…
-me declaro culpable-

Por desvestir los miedos de mi madre
y colgarlos en los hilos de su siesta
–donde no estorban-
por el abrazo inconcluso que regalé a mi padre
en el eterno intento de no dejarlo ir
-me declaro culpable-

Por suspirar en la ruta a 90 km por sueño,
por saludar al mar
como a un viejo amigo
que no me recuerda
-me declaro culpable-

Por dejar que mis pestañas
se lluevan en pentagramas,
por ordenar mis instintos
en el cajón insalvable de mis pasiones,
-me declaro culpable-

Por interdictarme bruja
en los asuntos sagrados,
por cerrar con insomnios
las pupilas de mis gatos,
por consagrar el humo
y santificar las cicatrices
-me declaro culpable-

Por cometer poesía
mínimamente con mis ojos
y agudizar el olfato
y degustar el hastío
y procurar el abrazo
-me declaro culpable-

¡Soy culpable Señor Juez!
Habilíteme la celda
-eso sí- con ventana, por favor,
es necesario,
para mi insalubre vocación
observar el sol profiriendo
sus premuras a la luna

¡Soy culpable, Señor Juez!
Interrógueme con ganas
-eso sí- solicito la presencia de un poeta de oficio,
prometo no hacer silencio
haga uso de todo lo que no diga
en mi contra
o en la suya,
prometo guardar la compostura
-en mi bolsillo hay lugar-

¡Condéneme Señor Juez!
-Pero con vista al mar- por favor,
condéneme con ganas.
Acepto todos los cargos
-Impúteme una playa-

Dígame dónde le firmo
Si es un crimen querer ser poeta
y amarrarme a la lucha
y abrazar a mi padre
y bailar con mi madre
y volver a verme en los ojos de mis gatos
y hacerle muecas al espejo del absurdo
y exorcizar la sangre de todas las fronteras
y dejar de tener miedo
y cantarle a la muerte
y lanzarme al amor
y a su desidia…

Hoy, Señor Juez,
asumo los castigos
-Y me declaro culpable-
por amar tanto la vida.

Ángela Acero Rodríguez. Bogotá, Colombia, 1981. Profesional en Filosofía (Pontificia Universidad Javeriana). Realizó la Maestría en Culturas y Literaturas Comparadas en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).
Ha participado en varios encuentros de escritores y poetas a nivel nacional e internacional así como en antologías, publicaciones y programas de radio relacionados con la labor poética. Participa de varios colectivos literarios en Colombia y Argentina

audio del poema por la autora en Audioteca de poesía María Mercedes Carranza

Enemigo íntimo

Hay tardes en que todo
huele a enebro quemado
y a tierra prometida.
Tardes en que está cerca el mar y se oye
la voz que dice: «Ven».
Pero algo nos retiene todavía
junto a los otros: el amor, el verbo
transitivo, con su pequeña garra
de lobezno o su esperanza apenas.
No ha llegado el momento. La partida
no puede improvisarse, porque sólo
al final de una savia prolongada,
de una pausada sangre,
brota la espiga desde
la simiente enterrada.

En esas largas
tardes en que se toca casi el mar
y su música, un poco
más y nos bastaría
cerrar los ojos para morir. Viene
de abajo la llamada, del lugar
donde se desmorona la apariencia
del fruto y sólo queda su dulzor.
Pero hemos de aguardar
un tiempo aún: más labios, más caricias,
el amor otra vez, la misma, porque
la vida y el amor transcurren juntos
o son quizá una sola
enfermedad mortal.

Hay tardes de domingo en que se sabe
que algo está consumándose entre el cálido
alborozo del mundo,
y en las que recostar sobre la hierba
la cabeza no es más que un tibio ensayo
de la muerte. Y está
bien todo entonces, y se ordena todo,
y una firme alegría nos inunda
de abril seguro. Vuelven
las estrellas el rostro hacia nosotros
para la despedida.
Dispone un hueco exacto
la tierra. Se percibe
el pulso azul del mar. «Esto era aquello».
Con esmero el olvido ha principiado
su menuda tarea…

Y de repente
busca una boca nuestra boca, y unas
manos oprimen nuestras manos y hay
una amorosa voz
que nos dice: «Despierta.
Estoy yo aquí. Levántate». Y vivimos.

Antonio Gala, (Brazatortas, Ciudad Real, 2 de octubre de 1930, aunque cordobés por adopción)​ es un dramaturgo, escritor, poeta, guionista y articulista español.

Ojos

Gamoneda

De vivir poco, de
un hombre contenido,
tenso hacia dentro, sólo
como el pájaro libres
quedan, puros, los ojos.

Luchadores, materia
prodigiosa del fuego
procedente y del llanto;
consistencia y penumbra
donde el ansia trabaja
hasta que el agua tensa
su contorno y, ya, queda
cristal vivo que, nunca,
no volverá a llorar.

En los ojos el ruido
del dolor se convierte
en música tan pura
que no se puede oír.

Lo primero que se ama
son los ojos: belleza
reunida mirándose.

Yo puse los ojos sobre
el mundo: mares, siglos
de sombra se elevaron.

De ahí, de mirar la vida
desde lo oscuro, viene
este amor invencible.

Alguien me está hablando
siempre de libertad.
El corazón pretende
vivir sobre la nieve
más alta de la tierra;
las manos en el fuego
sería hermoso, pero
nunca es posible: no
hay libertad.
Solamente, tan sólo,
libertad en los ojos:
invadir la belleza
y meterla en un hombre.

Al fin, dadme la mano,
mis ojos, unidad
de las aguas y el fuego,
intensidad que mira,
llanto, mundo callado
donde está luchando mi corazón por la belleza.

Antonio Gamoneda Lobón. (Oviedo, 30 de mayo de 1931). Poeta y crítico de arte español. Perteneciente por edad a la generación histórica de los cincuenta, poeta atípico respecto de los usos y rasgos habituales entre sus coetáneos. Su poesía es, toda ella, una consideración sobre la muerte. El dolor ante la injusticia, la propensión a la belleza, y una piedad asentada en la fraternidad de los desheredados, alcanzan en sus versos una rara intensidad expresiva al servicio de un pesimismo esencial.

Cadenas de acero

Obra de Shansia Hassani

¡Cuántas veces se ha quitado de los labios
mi canción, y cuántas veces
silenciado el susurro de mi espíritu poético!
El significado de la alegría era
enterrado por la fiebre de la tristeza. Si con mis versos que noten una luz:
esto sería el resultado de mis imaginación profundas.
Mis lágrimas no se utilizaron para nada
y se puede hacer nada más que esperanza. Aunque soy la hija de ciudades de poesía,
mis versos eran mediocres.
Mi trabajo es como una planta carente de atención,
de la que no se puede esperar mucho. En los archivos de la historia,
Esto es todo lo que me es.

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Nadia Anjuman, Afganistán, 1980-2005. Poeta afgana nacida y fallecida en Herat. Era la sexta hija de una familia numerosa. Terminó la escuela secundaria a pesar de dos años de interrupción debido a que el régimen talibán, de acuerdo con las enseñanzas del Corán, prohibía que las mujeres aprendieran a leer y escribir. Las mujeres tenían prohibido trabajar, estudiar y reírse en voz alta. Solo se les permitía coser y bordar. Anjuman y otras jóvenes pertenecían a los Círculos de Costura de Herat, y se reunían tres veces a la semana en una escuela de costura a estudiar literatura. Anjuman y sus compañeras estudiaban a escritores prohibidos como William Shakespeare, Honoré de Balzac, Fiódor Dostoevski, Charles Dickens, León Tolstoi, James Joyce y Nabokov. Si hubieran sido atrapadas, el régimen talibán las hubiera condenado a ser ahorcadas.

Sus padres la obligaron a casarse con Farid Ahmad Majid, licenciado en Literatura, conferencista de Filología y empleado administrativo en la facultad de Literatura de la Universidad de Herat. En 2004 publicó un poemario llamado Las flores oscuras. El poemario se hizo muy popular en Afganistán, Pakistán e incluso en Irán. Un año más tarde fue asesinada a golpes por su esposo.

Tanta flor de espuma

Fotografía de Alexander Yakovlev

Tanta flor de espuma
y trinos amarillos para el tiempo
o frutas alusivas

me izaré sobre tu miedo desplegado
con alas pequeñas de mosca imprescindible
porque llevo comiendo miles de panes y peces
desde antes
y me lloran los cestos si tú dejas
las redes destrenzadas en mi ombligo

María Ángeles Pérez López (Valladolid, 1967) poeta en lengua castellana, editora, profesora e investigadora española. Es profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, y ha sido profesora visitante en la Universidad James Madison y en la Universidad de Washington.