Porque amo- mucho- a mi tierra
como no amo a tierra alguna
me dirán nacionalista;
yo no odio a tierra distinta
pero Euskadi es mi fortuna.
Todos los barcos- el nombre
llevan escrito en el casco-
en mi corazón: Euskadi
va en rojo- verde y blanco.
Quiero cantarle a mi tierra
y hacerlo de viva voz
que por matices- no quede
mi homenaje en embrión:
Madre tierra-mi equilibrio
láudano de mis sentidos;
bálsamo para mi alma
ni la muerte será olvido.
He visto bellos lugares
vestigios de otras culturas
pero es llegando a estos lares
donde mi alma se equilibra.
Mi ente se tonifica
al arrullo de este mar
de los valles y los montes
suaves refugios de paz.
Si un día lejos de Euskadi
tuviera que ir a vivir
su recuerdo me daría
fuerzas para no morir.
Mas- sería pseudo- vivir
vivir lejos de mi tierra
no quiero más privilegio
que vivir aquí mi tiempo.
No hay mar como el de esta tierra
ni prados verdes ¡tan bellos!
que no acaricien al verlos
igual que un viento galeno.
Y de Euskadi es Hondarribia
mi lugar por excelencia
no tengo más preferencia
que el aire me vuele aquí:
que mis cenizas al viento
se mezclen entre la yerba;
quiero seguir siendo suelo
de -este lugar que es mi tierra.
Que se impregne mi cariño
con el verdín de los montes
y la luz del horizonte
cual cómplice- me haga un guiño.
Claro sol del porvenir
me fecunde con sus rayos;
de este trono milenario
que no me aparten a mí.
Me quedaría entre el musgo *
a la sombra de una higuera
pródiga la primavera
brotes sembraría en mí:
para seguir siendo musgo
yerba -roca -higuera y agua
y hiedra eterna- atrapada
a los pies de algún arbusto.
Muérdago que se cobija
en la copa de los árboles.
Duende que todo lo fisga
con complicidad del aire.
O mimosas – sol de invierno-
hechas a troquel las flores:
proclaman con sus dulzores
la estación que ya está cerca.
Euskadi- lur maitea
neba- arreba niretza
aita eta amarik onena
¡maite zaitut!
*el musgo es alegoría del amor maternal porque
se agarra y protege al mismo tiempo a la roca.
Rosa Gómez González. Nací en Sestao- en frente de los altos hornos- y el fuego de los mismos fue una atracción mágica para mí durante la infancia, creo que los momentos que pasaba mirándolo y soñando fue el despertar a la poesía; poesía que nació en el bachillerato y que luego durmió en mí durante muchos años. Al llegar a vivir a Hondarribia (ciudad a la que adoro y con la que estoy plenamente identificada, además es un lugar que en sí mismo es poesía) en 1983 es cuando empecé a escribir y en el año 2004 a publicar.