Suceden estas cosas

Suceden estas cosas,
estos graves momentos de pesadumbre,
estas desolaciones destiladas.
Suceden estas cosas
y no siempre precisamente,
irruptivamente,
lo que en cierta medida anticipa un alivio,
pués lo imprevisto tiende a la distensión.
No. A veces nos sucede la vida
con premeditación.

Miro a mis pies y siento
la frialdad continuada de los viejos raíles de una vía.
He convertido esos raíles en mi hogar,
he puesto en las traviesas macetitas con flores
y algún cojín encubriendo las piedras
para que aquello no parezca una vía muerta.
Y también algún disco de Mozart
para que el tiempo pierda sus apellidos
y todo se confunda un poco.

Pero sucede -estas cosas suceden-
que alguien se acuesta sobre mis raíles
y lentamente me anticipa su muerto.
Como ya no hay circulación por esta vía
-salvo mis pobres pasos-
yo lo empujo de a ratos o lo arrastro.
Pero sucede -estas cosas suceden-
que me canso de ser.
Sucede que miro las vías y me quedo pensativa.
Aquí sólo hay macetas y cojines,
alguna que otra flor silvestre que crece por su cuenta
y unos cuantos amigos que pasan de su vía a la mía
y me acercan las cosas que acercan los amigos:
discos, poemas y algunas veces chocolate.
Mis raíles son bajos -esto no es la roca Tarpeya-,
éste no es un buen sitio para morir,
aquí no hay manera de suicidarse.
Aquí lo único posible es seguir,
seguir tranquilamente,
mirar salir el sol y ver caer la lluvía,
ayudar a los niños a que crucen las vías,
alegrarse cuando se lanzan a campo a traviesa
y algunas cosas más, poco importantes.

Por eso, algunas veces, sucede que me canso.
La muerte es una ocupación tan absorbente
que no deja tiempo al diálogo. Nadie
que piense en morir habla con otro. Todos
mantienen un monólogo interminable: te cuentan,
te contestan, pero de hecho
sólo escuchan su propia voz,
y esa voz narra siempre la misma historia,
una historia que es falsa y cierta al mismo tiempo.
Por eso, algunas veces, sucede que me canso
y me dan ganas -entre empujón y empujón-
de decirle a ese muerto prematuro
que se levante como Lázaro y se lance
-olvidando las vías- a correr, a correr, a correr.

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.

El eterno retorno

Convendría
reinventarlo de nuevo todo:
reinventar la gramática y la historia,
reconstruir la geografía,
cambiar la Luna, conservar el Sol
para no equivocarnos en los cambios
y porque siempre es necesario
tener un punto de partida.
Y desde ahí,
desde la desnudez que da la luz,
empezar otra vez esta mentira.
empezar otra vez a ser los mismos,
inventarnos palabras
para tapar los gritos del silencio,
decir amor
para que el miedo no nos mate.
Y llamar Luna a cualquier cosa que nos cuelguen del cielo
y dé una luz escasa y mortecina.
Después: contar la historia.
Y empezar a pensar que convendría
reinventarlo todo de nuevo.

Francisca Aguirre Benito (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), más conocida como Paca Aguirre, escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.

Frontera

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,
que fui -que soy- la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis- que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en este tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

Yo, que vengo pagando mi imprudencia,
que le debo a mi prisa mi miseria,
que hube de trocear mi corazón en mil pedazos
para pagar mi puesto en el desierto,
yo, sabedlo, llegué tarde una vez a la frontera.

Yo, que tanto me había anticipado,
no supe anticiparme un poco más
(al fin y al cabo para pagar
en monedas de sangre y de desdicha
qué pueden importar algunos años).
Yo, que no supe nacer en el cuarenta y cinco,
cometí el desafuero, oídlo,
de llegar tarde a la frontera.

Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.
Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí-quizá lo vi-
Pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.
Don Antonio era viejo
Y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

ඐ ඐ ඐ

Francisca Aguirre Benito (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.

El viento en ĺtaca

«Penélope y los pretendientes» de John William Waterhouse

Sentada ante su bastidor, ella fue dueña
del lentamente desastroso Imperio de los días.
Sus manos la pesada tarea asumieron
y una constancia más fuerte que el cansancio
junto a ella se sentó.

(Frente a la terquedad de sus dedos fabriles
el mar fue entonces sólo una gota mensurable
y el horizonte un mirador en torno a ĺtaca.)

Un viento de regreso silbó una madrugada:
despertar fue asomarse a un campo de batalla asolado.
La luz fue descubriendo la figura sentada
que acariciaba compasivamente la tela dactilar,
su patrimonio de trabajo y de horas,
sus madejas de canas.
(Una costumbre de quietud
y una tristeza como un perro a sus pies
la rodearon de silencio.)

Lejos resonaba la voz, la voz de Ulysses.
Frente a su bastidor, desesperadamente,
ella intentaba recordar un nombre,
sólo un nombre:
el que gritaba Ulysses por las calles de ĺtaca.

De: «Ítaca» – 1972
Ed. Cultura Hispánica 1972©
ISBN: 978-84-72321-01-4
Recogido en: Francisca Aguirre – Ensayo General – Poesía reunida, 1966-2017
Calambur Editorial, 2018©
ISBN: 978-84-8359-418-6

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018. Estuvo casada con el poeta Félix Grande y es madre de la también poeta Guadalupe Grande.

Allí

Fui subiendo. Primero a todo,
porque allí estaba todo.
Y había como un descanso anticipado en la mirada:
si algo no estaba en mí,
allí estaría, allí, seguro.
porque allí no existía la carencia.
Allí el origen y su desarrollo,
allí la milagrosa realidad,
el silencio y la música,
el tacto y la mirada.
Allí el amoniaco y su mágica concreción,
allí los siete espectros luminosos
en una matemática infinita.
Allí la aparición de la persona,
el vértigo de la figura
como el verbo hecho carne.
Allí la solidaria agrupación,
la vida conjuntiva.

Por eso fui subiéndome a todo,
porque todo estaba alto y todo estaba allí,
porque allí todo estaba al alcance y crecido.
Y cuando estuve en todo
fui descendiendo a todo,
tropezando en una fragmentación dinástica.

Allí el ojo cantado en su retina,
allí las manos en su independencia,
allí el ángulo en su apertura,
allí la mesa, mesa, mesa,
allí la cabellera compasiva.
allí el perfil latiendo como el pulso.
Allí, todo está allí.
Ved su mirada que no cesa.

Francisca Aguirre Benito (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.

Oficio de tinieblas

En las fotos la poeta

A Félix

Este oficio, Dios mío, tan precario
de ir conjuntando la mirada y el verbo,
este oficio tan de tanteo, tan de sombras
que persiguen la luz como un ahogado,
este oficio de vísceras que ignoran
y sin embargo sienten,
esta revolución de trogloditas
en busca de la unidad tribal,
Dios mío, qué osadía tan irremediable,
qué desatino necesario
éste de transmitir la vida boca a boca,
de defender al árbol como a un hombre
y defender al hombre como a un planeta,
como a un astro del que depende
el equilibrio de la constelación,

Señor,
y defenderlo con onomatopeyas,
con sílabas, palabras.
Palabras nada más, ayes, quejidos.
Qué oficio, hermanos míos, qué tarea.
Qué oficio tan humilde y ambicioso,
qué meta inalcanzable,
qué hermoso oficio
para dejarse en él la vida entera.

De: «Los trescientos escalones» – «Resultados» – 1977.
Bartleby Editores 2012©
ISBN: 978-84-92799-52-7

*Este libro está dedicado a su padre que fue condenado a muerte por el régimen dictatorial franquista.

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018. Estuvo casada con el poeta Félix Grande y es madre de la también poeta Guadalupe Grande.

El extraño

(Hay un extraño que visita mi hogar.
Viene a las mismas horas en que él solía venir.
Habla un parecido lenguaje, aunque con acento distinto.
No sé de dónde viene, cuánto tiempo piensa quedarse.
Me trata con afecto y a veces con ligero cansancio.
Le preocupan mis cosas —sabe mucho de mí—.
Pienso que debe ser amigo suyo,
pero sin duda es un amigo desleal:
presiento que lo odia.
A mí me asusta todo esto.
No sé cómo lo he de tratar,
cómo habré de decirle que no es ésta su casa.
No quisiera llegar a ofenderlo:
hay demasiado parecido en él con el otro, que amo.
Y cuando está callado hasta yo misma los confundo.
Estoy muy asustada:
tengo miedo a que se quede para siempre.
Porque si éste se queda
yo sé que nunca más volverá el otro.)

De: «Ítaca»
Premio «Leopoldo Panero», 1971.
Ed. I. Cultura Hispánica, Madrid, 1972.

Recogido en: Francisca Aguirre – Ensayo General – Poesía reunida, 1966-2017
Calambur Editorial, 2018©
ISBN: 978-84-8359-418-6

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018. Estuvo casada con el poeta Félix Grande y es madre de la también poeta Guadalupe Grande.

Ya nada podréis

Ya nada podréis,
porque la fuerza no estaba en vosotros,
estaba en mi debilidad.
Nada conseguiréis
abandonándome,
porque el vacío no era vuestra ausencia
sino mi necesidad de compañía.
Cuando llaméis
tendréis mi corazón a mano, como siempre.
Ahora
el mundo se ha amueblado
con la delicadeza de lo mínimo,
con la tierna disposición de lo posible.
Y todo es una patria extensa y manual,
un alfabeto misterioso
con el que estoy nombrando, recreando,
reviviendo de nuevo el universo.

De: «Los trescientos escalones»
Bartleby Editores – 2012
ISBN: 978-84-92799-52-7
Recogido en: Ensayo General – Poesía reunida 1966-2017
Camlabur Editorial 2018©
ISBN: 978-84-8359-418-6

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018. Estuvo casada con el poeta Félix Grande y es madre de la también poeta Guadalupe Grande.

¿Qué hacías tú en la guerra, Garcilaso?

A cada cual lo suyo, pero dime ¿qué hacías en la guerra, desdichado? ¿Qué
hacías tú en los campos de batalla, si lo tuyo era el prado nemoroso, el murmullo del río y los pastores?
No puedo imaginarte lanza en ristre, no te puedo pensar hiriendo cuerpos o revolcado en sangre. Tú con peto, loriga y estandarte. Tú defendiendo
imperios y ambiciones. ¿Cómo pudo pasarte ese estropicio? Si tu ambición
estaba en las palabras, en las remotas ascuas de los verbos, en la súbita llamarada de un pronombre que ardía como un grito en el desierto.
Lo justo hubiera sido que murieras de amor, como Abelardo, que hubieses acabado entre unos brazos, repitiendo «te quiero». Pero morir en una tierra extraña, morir lejos de Elisa, caballero, lejos del cielo que abrigó tus ansias.
Qué estafa, amigo mío, qué injusticia. Contigo fue el destino bien avaro.
Cuando leo tus versos temblorosos, tus sonetos, tus dolientes endecasílabos, tus églogas, tu vida: siento que la nostalgia me devora. Lo justo hubiera
sido que cayeses entre suspiros, que terminases recordando los ojos de tu
amada y confundiendo aquel temblor postrero con la dulce inquietud de sus
caricias. ¡Oh mi incansable amante, mi empecinado soñador, no tiene Elisa
lágrimas bastantes para llorar conmigo!

(De Los maestros cantores)

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.

No importa

No importa que una vez dijeras,
no importa que una vez sintieras,
no importa que una vez vivieras.
No importa. Óyelo bien: no importa.
Este planeta que tú habitas
no tiene más que un morador y el viento.
Este es tu dueño: el aire.
Un amo incontenible y ciego,
un amo que te puebla despoblándote,
un tirano impaciente y poderoso,
devastador e imprevisible.
No importa que una vez soñaras,
no importa que una vez lucharas,
no importa que una vez ardieras.
No importa. Silba el viento,
llega como el peor Atila
llevándose tus sueños,
derribando tu fortaleza,
apagando tu fuego.
No llores. Por favor, no llores,
fantasmal Robinson de un mísero planeta.
Escucha el viento:
no puedes ocultarte de su aliento dentado.
No llores. Por favor, no llores.
Pero si lloras, ten cuidado,
procura que tus lágrimas
no se deshagan como secas hojas.
Haz un pequeño ramo
y escóndelas en cualquier libro.
Y entiérralo.
Guarda tu llanto
en el fondo de tu pozo sin fondo
tal vez un día remoto
volverán las oscuras golondrinas.

Francisca Aguirre Benito, también conocida como Paca Aguirre, (Alicante, 27 de octubre de 1930 – Madrid, 13 de abril de 2019), escritora española, nombrada Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras en 2018.