Cuéntame un cuento, madre…

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Madre: cuéntame un cuento de ésos que se relatan
de un curioso enanito o de una audaz sirena;
tantos que de los genios maravillosos tratan.
Esas lindas historias que conoces. ¡Sé buena!

Dime de caballeros que a princesas rescatan
del dominio de monstruos —dragón, buitre, ballena—;
donde nadie se muere y los hombres no matan,
historias en países que no saben de pena.

Cuéntame un cuento, madre, que me quiero dormir
escuchando tu voz, asido de tu mano;
como Hansel y Gretel, seré en sueños tu hermano,

aunque en sombra andaremos tras de la misma senda
y escribiremos juntos nuestra propia leyenda,
y, tal vez, como chicos, dejarás de sufrir.

Marilina Rébora, poeta argentina 1919-1999

 

Alfonsina Storni

alfonsina
monumento dedicado a Alfonsina Storni, tallado por Luis Perlotti  

Entre un romper de olas descubro el monumento
de la que fue poeta y ante todo mujer.
La luz va declinando en apagarse lento
y ya en el horizonte muere el atardecer.

Como dulce canción me llegan con el viento
las palabras de otrora, recuerdos del ayer,
y todo cobra vida, mágico, en un momento,
igual que si de nuevo hoy la volviera a ver.

Me encuentro allá en la infancia junto a ella sentada,
personaje irreal para mi ingenuo asombro,
que apenas a nombrarla me resuelvo: «¡Alfonsina!»

A mi débil susurro responde embelesada,
acercando —amorosa— mi cabeza a su hombro:
«¡Y tú eres Marilina y serás Marilina!»

Marilina Rébora, poeta argentina 1919-1999

El monumento a Alfonsina Storni está emplazado en el mismo lugar en donde la escritora y poetisa se quitó la vida el 25 de octubre de 1938, frente a Playa La Perla – Mar del Plata, Argentina. La obra fue esculpida por Luis Perlotti y consiste en una piedra tallada acompañada por los versos del poema «Dolor», escrito por Storni en 1925. Su última estrofa es un augurio de la triste pero poética muerte de la escritora: «Perder la mirada distraidamente/ perderla y que nunca la vuelva a encontrar:/ y, figura erguida entre cielo y playa/ sentirme el olvido perenne del mar.»

A qué apenarse tanto

steve hendersonMujerFelicidad
Obra de Steven Henderson

¿A qué apenarse tanto por las pequeñas cosas?
Guardemos el pesar para lo irreversible.
Si se olvidan los besos y marchitan las rosas,
Soportemos la vida, con ánimo apacible.

Vistámonos con alas de etéreas mariposas,
Soñemos en lo alto la cumbre inaccesible,
Que dejando detrás ideas enojosas
La vida cotidiana será más accesible.

Aceptemos un mundo que sea conciliable;
Un solo hecho cuenta carácter trascendente:
El hecho de no ser, un día, de repente,
Y de decir adiós a todo lo mutable,
Viviendo en armonía, tratando que no estorbe
Nada de lo minúsculo, ante el girar del orbe.

poema de Marilina Rébora, poeta argentina 1919- 1999

Dios existe

benteveo
fotografía de Ana Robino © 

Dos de la madrugada. En trémula zozobra;
Los silencios, vivientes; la oscuridad sin borde;
Cuando la fuerza falta y la tristeza sobra,
En soledad infinita para estar más acorde.

De improviso resuena el son de un benteveo
Con tono tan alegre que regocija el alma,
Y es tal la donosura de su simple gorjeo
Que sonrío, infantil, renacida la calma.

Y digo: Dios existe; es Él quien me conversa
Como a niña medrosa perdida en la espesura,
Para que no me queje sintiéndome en olvido.

La breve melodía, al viento se dispersa.
Y me quedo pensando por tierna conjetura:
¿En qué rincón de cielo habrá colgado un nido?

poema de Marilina Rébora, poeta argentina, 1919- 1999