Por culpa de los números

Por culpa de los números
estuve siempre mal en todo cálculo.
Por no poder usar los logaritmos
la cuenta de mi vida se fue al suelo.
Jamás hallé mi siete
ni pude poner cifras a mis letras.
No supe el porcentaje de mis fraudes.
Tal vez por eso mismo
no tuve nada exacto.
Por no poder restar decimales
me fui llenando de humo,
de vientos y palomas
y nunca pude ser un tres resuelto.
Se me quedó en la nada
mi signo con tu máxima potencia.
Y siempre me rebotan
las gélidas fracciones del olvido.
Por culpa de los números
no me entendieron nunca.
Por culpa de esas plagas
jamás hallé la ruta de la lógica,
jamás un mar tranquilo,
jamás un tiempo eterno.

Por no poder hacer raíz cuadrada
no tuve un edificio de esmeraldas
ni alfombras voladoras.
Me fui quedando pobre,
sin amuletos propios
ni talismanes mágicos.
Por olvidar el álgebra
no pude ser brillante
y apenas me quedaron las gaviotas
y un cráneo lluvioso
en donde hace columpio el arcoiris.
Por culpa de los números
se me cayó la casa de la suerte
y hasta el amor más firme
se fue por la tangente.

Violeta Luna, nació en Ecuador en 1943. Poeta, narradora, crítica literaria y catedrática.

Silencio

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

Poema de Octavio Paz, poeta mexicano 1914-1998

El regreso del gran poeta

Puede ser un primer plano de naturaleza

Cuando la luz se vertía por un claro de las nubes,
Supimos que iba a aparecer el gran poeta. Y así fue.
Se bajó de una limusina con neumáticos blancos y
Vidrieras en las ventanas. Luego, con locuacidad clara
y silenciosa
Avanzó por el vestíbulo. Se hizo el silencio. Las alas eran
grandes.
El corte del traje y el ancho de la corbata estaban pasados
de moda.
Cuando hablaba, el aire parecía blanco a causa de los gritos
imaginados.
El gusano del deseo horadaba el corazón de todos los que
allí estaban.
Tenían los ojos llenos de lágrimas. Estuvo mejor que nunca
el gran hombre.
«No hay prisa —dijo al finalizar la lectura—, el fin del mundo
Sólo es el fin del mundo tal y como lo conocéis».
Típico de él, pensaron todos. Luego se fue
Y el mundo se quedó vacío. Hacía frío y no se
movía el aire.
Ustedes que están ahí, díganme, ¿qué es la poesía?
¿Puede morirse alguien sin un poco tan siquiera?

Mark Strand (Canadá; 11 de abril de 1934 – Nueva York, 29 de noviembre de 2014) fue un poeta, ensayista y traductor estadounidense, poeta laureado por la Biblioteca del Congreso en 1990.

Soneto de lo posible

Puede ser que una vez/ en un desvelo
descubramos que el mundo es una fiesta
y encontremos al fin
esa respuesta que desde siempre
nos esconde el cielo

puede ser que una noche / en algún vuelo
ganemos sin querer alguna apuesta
y advirtamos que un alma está dispuesta
a servirnos de paz y de consuelo

puede ser que el transcurso de los años
nos vaya proponiendo otra corriente
dejándonos con suerte y sin extraños
y aunque en la piel nos queden cicatrices
desde el viejo pasado hasta el presente
puede ser que logremos ser felices.

Mario Benedetti, escritor, poeta y dramaturgo uruguayo. 1920-2009

Soñar

Ahora mi sueño es tener un sueño.
No se puede vivir sin un presagio
sin un camino para andar descalzo
sin un canto inventado entre los labios
sin un trapecio colgado de la luna.
No se puede vivir siempre peinando
distante de los grillos, el dedo en el gatillo.
Hay que soñar contra todos los insomnios
contra tanta lucidez mecanizada
contra lluvias de estadísticas perfectas
contra tanta certeza de los sabios.
Hay que soñar, a pesar de todo,
dejar que se desnude el alma
y circule gloriosa entre la gente, y
abrazar, abrazar los sueños de otros hombres
con un abrazo fraternal y para siempre.

Raúl Remigio Vargas nació en Bariloche, Argentina, el 25 de septiembre de 1940. Es poeta y abogado. Sus libros: La calle de la cerca verde y el pájaro enjaulado, con prólogo de Raúl González Tuñón; Ese mundo maravilloso; y De lluvias y profecías (Primer Premio Nacional de Poesía 1999, otorgado por Casa de Salta, Gofica Editora y Centro de Residentes Salteños en la Ciudad de Buenos Aires). Sus poemas han aparecido en publicaciones literarias y ediciones dominicales de diarios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ha ganado diversos premios y menciones.

Escrito con tinta verde

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.


Deja que mis palabras, oh blanca, desciendan y te cubran
como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.


Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.


Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.

Poema de Octavio Paz, poeta mexicano 1914-1998

Naufragio intermitente

He visto tres pájaros muriendo en pleno vuelo
y la tristeza del agua cuando se evapora

He sobrevivido al silencio de su huida

He oído a la tierra romperse
mientras el hielo echaba raices
en su más honda carne
y mi carne ha sobrevivido al ruido de la ausencia

He contemplado la sequía y su desolación
en las cuencas vacías del animal
y he llorado los estragos de la inundación
el lodo invadiendo la cocina y petrificando el pan

He sobrevivido a la sed y a su rencor
y a la putrefacción del llanto

Las horas son muy largas para quien sobrevive

(De El libro de Lilit. Ed. Renacimiento, 1996)

Guadalupe Grande, Madrid 1965-2021, poeta, ensayista y crítica española.

Son las siete menos cuarto

POETAS SIGLO XXI - ANTOLOGIA MUNDIAL + 20.000 POETAS: Editor: Fernando  Sabido Sánchez #Poesía : CONCHA DE MARCO [19.423]

En aquel tiempo
había atardeceres de música y palomas,
cielos que se alejaban
en nubes rosa.
En aquel tiempo
jugaban niños en los jardines
y no contaban relojes.

El aire se paraba en cada esquina
cual perro amistoso,
siempre cediendo el paso.
Se iban las luces encendiendo a grados
y lentamente,
pensativos,
volvíamos de noche a nuestros libros,
a la conversación de los amigos,
y hablábamos del porvenir
y del pasado.

En aquel tiempo
había luna,
una gran luna clara
que entraba como un río
por las calles,
iluminaba sueños,
y nuestra vida estaba
esperando el mañana.

Concha de Marco (Soria, 1916 – Madrid, 1989).
María de la Concepción Juliana Gutiérrez de Marco, que firmaba como Concha de Marco fue una ensayista, narradora, traductora y poeta española.

En este mismo instante…

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928 – id., 1999) Poeta español de la Generación del 50 cuya obra fundió la experiencia individual y el compromiso social. Integrante de la llamada Escuela de Barcelona, junto con Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, cursó estudios en las universidades de Barcelona y Madrid, licenciándose en derecho, destacó especialmente como poeta, aunque también llevó a cabo una importante labor como traductor, además de escribir artículos sobre literatura y unos pocos cuentos. Su obra ha sido profusamente estudiada por ensayistas y críticos literarios.

La vieja magia

Ver volver, sentir la vieja magia,
como luz intensa de este nuevo abril,
garabatos blancos de gaviotas volando
y sobre la roca gris, piel brillante del sol.
Descubrir, en un cercado instante,
el resplandor de unas palabras,
las olas golpeando el desgastado malecón.
Después, con afilado terror,
verla desaparecer, esfumarse
en una espesa niebla o negra bruma
y otra vez, mago ya sin oficio ni truco,
perderme tanteante en el oscuro escenario
de agotados sueños, mineral de sombras,
ciega materia, sucias espumas de la muerte.

Juan Luis Panero, (Madrid, 1942-Gerona, 2013).