Vals en solitario

obra de Vladimir Pervunensky

Extraño ser y extraño amor, tuyo y mío,
absurda historia, delirantes imágenes,
remotos pasajeros en un tren sin destino,
compañeros entonces, unidos y tan lejos,
al filo de la vida, donde duerme el silencio.

Suene por ti, interminable, un vals,
suenen por ti, incansables violines,
suene una orquesta en el salón enorme,
suenen tus huesos celebrando tu espíritu.

Una copa de tallado cristal, alzada al cielo,
brinde por tu azul adolescencia disecada
y madera y metal festejen tu retrato
de borrosa figura y suave pelo oscuro.
Suene, suene hasta el fin el largo trémolo,
la delicada melodía, vagarosas nubes de pasión
bañando de alegres lágrimas tus ojos imposibles,
dibujando en tus labios un deseo perdido,
entrega fugitiva, besando sólo el aire.

Vals en el tiempo y en la dicha sonámbula
de la eterna alegría y la más tersa piel
riendo bajo luces de radiantes reflejos,
inmóviles estrellas en la noche fingida.

Música y sueño, sueño technicolor,
tan cursi y tonto que llena de ternura
en algunos momentos del todo indeseables
cuando vivir resulta un sueño más grotesco.

Oh amor de Mayerling y antigua Viena,
dulce Danubio y fuegos de artificio.

Oh amor, amor al amor, que te conserva
como un oculto talismán y mariposas disecadas.

Extraño ser, extraño amor, extraña vida tuya.

Una gota de sangre en una gota de champagne,
el ruido de un disparo irrumpiendo en la música,
un helado sudor tras las blancas pecheras,
no podrán detenerte, hacer cambiar tu paso.

Tú seguirás, sobre ti misma, bailando siempre,
soñando siempre, soñando enloquecida,
aunque caigan, con estruendo de cascote y tierra,
los decorados techos, las gráciles arañas,
y rasguen lentamente tu rostros los espejos
y en un quejido mueran las cuerdas y sus notas.

Tú seguirás, eternamente sola y desolada,
girando entre las ruinas, evocando otras voces,
sonriendo a fantasmas con tímida esperanza,
en helados balcones abrazada a tus brazos.

Verás borrar la noche, su temblor inconstante
y otra luz, turbia luz, iluminar tu reino.

Su terquedad cruel descubrirá las ruinas
y la verdad del tiempo detrás de tus pupilas.

Pero tú seguirás sin detenerte nunca,
fantasma ya tú misma en el gris de la sombra,
altiva la cabeza sobre el cuello intocable,
girando para siempre, bailando para siempre,
frente a la sucia realidad de la muerte,
frente a la torpe mezquindad de los hechos.

Tú seguirás, extraño ser, extraño amor,
danzando sola, escuchando impasible
ese vals de derrota, extraña magia,
ese vals de derrota, tu más cierta victoria.

Juan Luis Panero, (Madrid, 1942-Gerona, 2013).

Nieve, traslado helado del hastío

Nieve, traslado helado del hastío:
cuando desciendes blandamente al suelo
desde el abismo de tu oscuro cielo,
eres cobijo de silencio al frío.

Hasta que tu celeste desvarío
te apresa, precipicio de tu vuelo,
en duro celo, en crepitante hielo:
sedosa al paso pesaroso mío.

No dejas de ti misma, cuando helada,
más que el blanco fulgor de tu figura:
sudario de la luz aprisionada;

que esa radiante faz de tu blancura
por pálido cristal equivocada
te apaga en sueño, en sombra y noche oscura.

José Bergamín Gutiérrez (Madrid, 30 de diciembre de 1895-Fuenterrabía, 28 de agosto de 1983) fue un escritor español que cultivó el drama, el ensayo y la poesía.

Con aroma de sal

obra de Vicente Romero Redondo

Con aroma de sal y húmeda madera golpeada,
con el interminable quebrantar de las olas
y las luces que oscilan lejanas y amarillas,
tu cuerpo llega desnudo a mi memoria.
Y puedo repetir, rozar tal vez, la levantada blancura de tu pecho,
tus lentos muslos sobre la arena cálida,
la rendida posesión de tu cansancio,
ocultos en la oscuridad, en ella unidos.
Una noche de agosto, frente al mar del verano,
frente a la espuma dorada por la luna,
dos cuerpos, dos garras de ansiedad se abrazaron
y en su unión, también la oscuridad fue estremecida.
Desandada ternura que ahora toco y se escapa,
mientras sueño y aún veo el color de tu piel,
la fugaz certidumbre de tu sexo
y como una herida me estremece tu lengua.
Fantasma adolescente que inútil me señalas,
¿qué haces bajo esta lluvia lejana de febrero?
mientras todas las estrellas de la noche temblando
ven tu cuerpo desnudo penetrar en la sombra.

Juan Luis Panero, (Madrid, 1942-Gerona, 2013). Poeta español, Juan Luis Panero (hijo de Leopoldo Panero y hermano del también poeta Leopoldo María Panero) estudió Literatura y Lengua y fue un activo colaborador como crítico en importantes revistas culturales. De escasa producción, pero de gran calidad, recibió premios como el Loewe de poesía o el Comillas de Biografía, Autobiografía y Memorias. Leyendas y lecturas (2006) fue su última publicación.

Dos palabras

Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
que digo sin quererlo —¡oh, qué bella, la vida!—.
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
que nerviosos, mis dedos,
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.

(El dulce daño 1918) de Alfonsina Storni, poeta y escritora argentina 1892-1938

A una calavera

obra de Pieter Claesz

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

Lope de Vega Carpio ​(Madrid, 25 de noviembre de 1562- 27 de agosto de 1635)​ fue uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los autores más prolíficos de la literatura universal.

Presa soy de vos solo, y por vos muero

obra de Frank Dicksee

<<Presa soy de vos solo y por vos muero
(mi bella Luz me dijo dulcemente),
y en este dulce error y bien presente,
por vuestra causa sufro el dolor fiero>>.

<<Regalo y amor mío, a quien más quiero,
si muriéramos ambos juntamente,
poco dolor tuviera, pues ausente
no estaría de vos, como ya espero>>. 

Yo, que tan tierno engaño oí, cuitado,
abrí todas las puertas al deseo,
por no quedar ingrato al amor mío.

Ahora entiendo el mal, y que engañado
fui de mi Luz, y tarde el daño veo,
sujeto a voluntad de su albedrío.

Fernando de Herrera, Sevilla 1534-1597, fue un escritor español del Siglo de Oro, apodado con el nombre de «El Divino». Hoy es conocido como poeta, pero en su época era más bien un erudito, muy metido en las cuestiones de su época, sean literarias—en un mundo sin cine, la literatura escrita era más importante que hoy—o religiosas.

Lluvia

Hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/

Juan Gelman, poeta argentino 1930-2014

Consideraciones con respecto al amor

No conocen nada del amor
aquellos que no han temblado como un niño
acercando sus manos a otro cuerpo,
aquellos que nunca se quedaron sin aire
delante de un sostén que los miraba a medio palmo de locura.

Es así.

Si no te has quedado observándola en mitad de un incendio,
si no has perdido la consciencia golpeando tu sexo
contra la piel amada,
si no saliste al ruedo con el alma a la intemperie
sabiendo que posiblemente perderías,
de verdad, ¿qué vas a saber tú?

Hazme caso, no tienes ni idea.

Si no te has sentido de cristal al abrazarla,
si no has aullado de dolor cuando la cornisa del abandono
se desplomó un dos de octubre.

Si no estás dispuesto a perder hasta el nombre
por volar a seis orgasmos de distancia de la alfombra,
si no has maltratado a la rutina en una cama,
qué vas a saber tú, dime, qué.

Pero mucho más que eso,
si no soportaste después
la demolición paulatina de la pasión como un estoico,
ni te mantuviste firme cuando el gozo de la piel
se fue haciendo pasajero, realmente intermitente.

Si al llegar los primeros rayos de desgana huiste
en lugar de pensar que merecía la pena la lucha
y no buscaste dos mil maneras de volver a encenderlo,
¿qué coño vas a contarme?, ¿qué diablos sabes tú de todo esto?

Si te borraste a las doce tardes de rutina,
si abandonaste la escena y preferiste ir al abordaje de otra piel,
sin tratar de buscar la playa del amor con pactos e ilusiones compartidas,
¿qué sabes tú de todo esto?

Si no lo has intentado todo cuando ya no funcionaba
ni has sujetado una mano enferma
cuando tu egoísmo demandaba otras ocupaciones,
si no has antepuesto alguna vez la tristeza ajena a tu felicidad
¿qué vas a saber tú de todo esto?

Si preferiste salvar tus muebles y llegó un portazo y era tuyo,
y llegó la cobardía y eras tú
y la falta de empatía era tu nombre
si todo esto te sucedió, entonces debo decirte algo:
no tienes ni idea, amigo, de verdad,
no tienes ni la más remota idea,
de lo que es el amor.

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De mi libro “Los amores imparables” publicado por Planeta en España y Latinoamérica

Marwan nace en Madrid el 5 de marzo de 1979, fruto del amor de un palestino y una española. Hasta el momento, Marwan ha cosechado éxitos insospechados en las salas de toda España y medio mundo. ¿Qué tiene la música de autor, y más concretamente Marwan, para llenar salas de cualquier ciudad sin recurrir al marketing, la publicidad y las grandes discográficas? Sin llegar a desvelar del todo el misterio de esta magia, el cantautor aventura una hipótesis: «Cuando la gente se identifica con lo que cantas, lo personal pasa a la dimensión de lo universal». Todo es boca a boca y un poquito de ayuda de las herramientas de Internet.

Es autor de los poemarios de éxito Apuntes sobre mi paso por el invierno, La triste historia de tu cuerpo sobre el mío y Todos mis futuros son contigo. Con gran predicación en redes sociales, es el abanderado de la nueva poesía española.

La huida

Vivimos como de prestado
vivimos como sin querer
vivimos en vilo y nuestro destino es la espera
vivimos fatigados de tanto sinvivir

Huí, es cierto.

Huir es un naufragio,
un mar en el que buscas tu rostro, inútilmente,
hasta convertirte en náufrago de sal,
cristal en el que brilla la nostalgia.
Huir tiene el olor de la esperanza,
huele a cierto y a traición,
se siente vigilado, está perdido
y no hay ningún imán que guíe
su insensato paso migratorio.
Huir parece alimentarse de tiempo,
respira distancia y mira, desde muy lejos,
un horizonte de escombros.
Huir tiene frío y en la piel de su vientre
resuenan palabras graves valor asombro lluvia.
Huir quisiera ser un pez abisal que ha llegado a la superficie:
despues de tanto oscuro,
de tantos siglos anegado en la profundidad,
brillan las primeras gotas de luz
sobre su lomo albino de criatura castigada.
Pero huir es un naufragio
y tu rostro un puñado de sal
disuelto en el transcurso de las horas.

Guadalupe Grande, Madrid 1965-2021, poeta, ensayista y crítica española.

El regalo que yo quiero

ilustración de Raquel Diaz Reguera

Yo no deseo un regalo
que se compre con dinero.
He de pedir a los Reyes
algo que aquí yo no tengo:
pido dones de alegría
y la canción de un jilguero,
y la flor de la esperanza
y una fe que venza el miedo.
Pido un corazón muy grande
para amar al mundo entero.
Yo pido a los Reyes Magos
las cosas que hay en el cielo:
un vestido de ternura,
una cascada de besos,
la hermosura de los ángeles,
sus villancicos y versos,
y una sonrisa del Niño.
El regalo que yo quiero.

Gloria Fuertes, Madrid 1917-1998, poeta y autora de literatura infantil y juvenil, incluida en la ‘Generación del 50’, posterior al movimiento literario de la primera generación de posguerra.