A mi madre, Piedad, que murió al parirme
He crecido en tu ausencia
y sin embargo, deseo
reposar mi cabeza
en tu pecho de luna,
repasar con mis dedos
el perfil de tu rostro,
despertar con el alba
mariposa en tu frente,
y comprarte los besos
con mis pícaras lágrimas.
Sólo tengo de tí
aquel viejo retrato
que me mira en silencio.
Hay ternura en tus ojos
y una eterna sonrisa
que revuela mi alma.
Y, sin embargo, añoro
el clamor de tu vientre,
este sueño que acuna
y se torna paloma,
para siempre, en mis brazos.
Murmuraron canciones
que tú me cantabas
cuando yo era promesa
en tu vientre de nieve.
Me contaron tu risa
de jazmín florecido,
me narraron tu historia
de ternura infinita.
Me bordaron perfiles
en mis años de infancia
de tu rostro de nácar.
Y, sin embargo, quiero
el olor de tu cuerpo
en las noches oscuras,
la canción de tus ojos
velando mi sueño,
el baile de tus dedos
dibujando en mi frente
la razón de la vida,
el suave tacto de tus labios,
ese bosque de abrazos
que nos nuble la vista
y desate el arcón de los besos,
que, perdido en el tiempo,
nos hurtó para siempre
el destino, en su vuelo
de dolor y de angustia
¡Ay, si pudiera abrir
una grieta en el tiempo,
adentrarme por ella
como una paloma
y llegar a tu infancia
en un vuelo rasante
y posar en tu frente
un único beso!…
de MAR DE AUSENCIAS
Fco Javier Sánchez Durán (Cortelazor -Huelva- 1953) es Licenciado en Psicopedagogía, y ha sido profesor de Lengua Castellana y Literatura en varios centros IES.