El fondo del océano

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Cuando mi hija tenía tres años
me preguntó
qué había en el fondo del mar
¿había sirenas rocas y algas?
mirando hacia mi
no le conté la historia escrita en el periódico de la mañana

le dije
que cuando yo tenía su edad- sí
solía haber sirenas allí
agarrándose a las rocas
deseando tener piernas
espiando a los marineros en sus barcos cantando cancioncillas
para mostrarles el camino hacia las orillas seguras
esas sirenas salpicarían con el giro de los remos
peinando su cabello cerca de los barcos de pasajeros
soñando con besos humanos que transformaran sus colas de pez en pies
jugando hasta que se producía la llamada nocturna desde abajo
momento en el que se irían
nadarían a través de los arrecifes
eso pensaba

pensaba que el fondo del océano era un lugar para las sirenas y la arena
y cangrejos caribeños cantarines llamados Sebastian
sus candelabros brillantes
en antiguas ciudades del mar
a través de pilares subterráneos
restos de palacios y el titanic como los desperdicios de los platos de la cena
y fiestas con reyes del mar y pulpos violinistas

los cínicos argumentan- no hay ya espacio- aquí arriba

ahora en embarcaciones improvisadas
a través de los mares
miles de cuerpos reman entre falsas creencias
adelante y atrás a través del océano

de la tortura la muerte la guerra huyen
y quizá
alcanzando zona segura
les digamos
regresad- no hay sitio en nuestra tierra

mientras continúan remando con manos esperanzadas
nosotros esperamos
nuestras orillas ahora rodeadas de alambradas
faros reemplazados por el brillo de sirenas azules
las sirenas se precipitan de las rocas
en las que los guardias de control de fronteras se sientan y observan
y esperan
ahogados en el suave brillo del deleite
pistolas apoyadas sobre los dedos

esperan
esos barcos
flotando donde el cielo negro de la noche sobre el océano se funde con el frío
y los helados vientos atraviesan las almas que huyen
y las innumerables olas despiertan a bebés que chillan
y la gente asustada se acurruca
sueñan con poco más que alcanzar una zona segura
les decimos

regresad- no hay sitio en nuestra tierra

Dunkerque queda ahora lejos en nuestra memoria
las historias de los periódicos
presumían de barcos salvando cuerpos asustados que huían
los desgastados remos bendecidos
por la compasión del hombre
nuestros titulares ahora rezan
regresad

mientras las manos reman durante semanas adelante y atrás
les decimos que regresen
mientras las puntas de los dedos tiemblan y se agrietan
les decimos que regresen
mientras las caras recuerdan los hogares que tenían
les decimos que regresen
mientras voces susurrantes rompen en lágrimas
y justo cuando sus barcos se aproximan
les decimos

regresad- no hay sitio para vosotros aquí

aquí

en una tierra donde las ovejas pastan graciosamente en interminables colinas onduladas
y el vodka se derrama de las bailarinas manos en las discotecas
donde las abuelas hacen el almuerzo sobre bocadillos
bandejas de tres pisos que se tambalean por las esponjosas victoria y las rock cakes[1]
con cucharas plateadas removiendo tés azucarados
les decimos

regresad

vi titanic cinco veces en la gran pantalla
las lágrimas corrían por mis mejillas cuando oía al remero gritar
¿hay alguien ahí? ¿hay alguien aún vivo?
luces de linternas en negros cielos nocturnos buscando supervivientes
a través de congeladas aguas rezando por encontrar cuepos tiritando
o sonidos de silbato
o chapoteos o respiración
o algo

solía pensar que todas las luces de linternas en los océanos buscaban cuerpos que salvar
estaba equivocada
con Hollywood ahora ausente
nuestras luces de linternas brillan sobre caras asustadas
condenando pieles extranjeras
les decimos
regresad- ésta es nuestra tierra

mientras padres desesperados lanzan a su suerte a sus niños envueltos en mantas
rezando para alejarlos de las balas del control de fronteras
mientras los bebés se hunden hacia los reinos de allá abajo
donde los cangrejos bailan entre el coral
y los erizos de mar tocan las trompetas para dar la bienvenida a las nuevas multitudes de visitantes

mientras los barcos volcados envían más gente a la fiesta allá abajo
y los cuerpos se alinean en el fondo marino sin sitio alguno al que ir
y las sirenas se sientan cantando para mostrarles el camino
deseo
que al menos ellas digan

bienvenidos
venid aquí
sentaos

ahora estáis seguros con nosotros.

[1]Dulces típicos ingleses

Poema de Hollie Poesía ( Hollie Mcnish), poeta británica

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